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lunes, 15 de agosto de 2016

Mejorar la educación


Macario Schettino




Le comentaba el viernes que apareció un gran artículo de Ludger Woessman, uno de los mayores expertos mundiales en educación, en el número de otoño del Journal of Economic Perspectives. En ese texto, Woessman busca identificar los factores que explican las grandes diferencias educativas entre naciones, y concluye que hay tres que explican más del 80% de la variación: la familia, los recursos de la escuela, y el marco institucional. Pero su impacto no es igual, la familia explica 41% del efecto conjunto, los recursos de la escuela 15%, y el marco institucional 44%. De ahí que sea importante ver los dos factores con más peso.

En lo relacionado a la familia, un primer factor es la situación laboral de los padres. La mejor combinación es que uno de los padres tenga un trabajo de tiempo completo y el otro de medio tiempo, que aporta 10 puntos a la evaluación, frente a los casos en que ambos trabajan de tiempo completo. Ese mismo diferencial aparece cuando los niños viven con los dos padres, en comparación con vivir con sólo uno de ellos. La situación socioeconómica y cultural en general de la familia aporta el doble de cada uno de estos elementos. Pero la gran diferencia es la cantidad de libros que hay en la casa. Si la familia tiene más de 25 libros, los niños podrán obtener 25 puntos más, frente a quienes tienen menos de diez libros. Pero si la cantidad supera los doscientos, la ganancia es de 54 puntos. Es decir: si queremos cambios importantes en educación, lo mejor que puede hacerse es dotar a las familias de 200 libros, aunque suene extraño. Para que no los revendan o tiren, sería bueno que antes encuentren las ventajas de leer. Ya sería tiempo que la promoción de la lectura tuviese un apoyo de verdad. No campañitas, o cursitos, sino un proyecto serio, muy amplio, para transformar en cinco años la actitud nacional frente a la lectura.

En materia institucional, el impacto más importante que encuentra Woessman es la competencia: más educación privada es preferible, y más financiamiento gubernamental es preferible. Cada uno de estos elementos aporta lo mismo que los 200 libros mencionados: más de 50 puntos de diferencia. Los exámenes a los alumnos pueden aportar otros 20 puntos (exámenes externos asociados a la permanencia del alumno). La autonomía de las escuelas es un punto que Woessman ve complicado de medir, porque según sus datos, la autonomía en sistemas educativos que ya son exitosos es muy útil, pero cuando el sistema educativo no está funcionando, la autonomía resulta dañina para los niños. Creo que eso está suficientemente claro para México.

En suma, lo que indica el estudio, que espero que pueda leer si el tema le interesa, es que la terrible diferencia que tenemos los latinoamericanos contra el mundo desarrollado se asocia a una inercia familiar que no se resuelve con más horas en la escuela, sino con más libros en la casa, y un sistema educativo con más competencia. Más escuelas privadas, más financiamiento público (a privadas y públicas). Si esto le parece una demostración de la importancia de movernos al sistema de vouchers, yo coincido con usted.

Pero América Latina, México en particular, y sobre todo nuestro trágico Pacífico Sur, viven ensimismados, capturados por las muy dañinas ideas que fueron sostén del viejo régimen y que han probado su ineficacia en todas partes del mundo. En muchos casos, con millones de muertos, y hoy mismo, con economías destrozadas, en Cuba y Venezuela. Hagamos caso de los datos: más libros, más competencia.

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