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martes, 5 de julio de 2016

Refrescos y obesidad, el impuesto ya valió…


Salvador Camarena




El día de ayer la agencia Bloomberg reportaba que el impuesto a la comida 'chatarra' no ha hecho mella en 'el amor' que tienen los mexicanos por la bebidas azucaradas. Ante esas buenas noticias para la industria refresquera, la nota anunciaba un alza en las acciones de Coca-Cola FEMSA.

El cable explicaba que las ventas de esa compañía han tenido un rebote en el segundo año de vigencia (2015) del impuesto; el incremento ha sido de una magnitud no detallada en la información, pero la redactora no ha dudado en describirla de esta manera: “las ventas de sodas han borrado la caída que sufrieron un año antes”.

Según la nota, dos factores pudieron contribuir a ese incremento en las ventas de Coca-Cola en el mayor mercado del mundo para esa marca: la baja inflación que tuvo nuestro país en 2015, y grandes envíos de remesas desde el exterior, que fueron las mayores desde 2008. Encima, por la escalada del dólar esas remesas rindieron más pesos.

El reporte de Bloomberg no deja lugar a dudas: es tiempo de discutir de nuevo la obesidad, y el impuesto al refresco. La cuestión está en qué enfoque se da a esa discusión. Unos quieren elevar el gravamen a dos pesos, otros cuestionan su utilidad.

En la nota ya referida, Coca-Cola señala que “gravar un solo ingrediente no va a resolver los problemas de salud de México, sino que para ello se requiere un programa más amplio e integral”.

En consonancia con esa idea, el estudio Taxing Calories in México, realizado en el Centro de Investigación Económica del ITAM en 2015, citaba investigaciones que concluyen que “grandes cambios en precios en una larga variedad de alimentos sí se corresponden con registros de pérdida de peso, mientras que cambios de precios en unos pocos alimentos no”.

Este reporte del ITAM, patrocinado por el Consejo Mexicano de la Industria del Consumo, AC (Conmexico), coincide en lo reportado por el Instituto Nacional de Salud Pública, que en una investigación recientemente publicada (comentada aquí ayer) ha señalado que durante 2014 las ventas de los refrescos cayeron en promedio 6.0 por ciento.

Sin embargo, a diferencia de lo que sostiene el INSP, el documento del ITAM descarta que los más pobres hayan sido quienes más dejaron de comprar esas bebidas azucaradas: “esto es, el impuesto tuvo menor efecto en la población a quien supuestamente iba dirigido”.

El documento del ITAM, que no ha pasado por el filtro de una publicación de pares, como sí ha ocurrido con la investigación del INSP, sostiene que una cosa es la reducción de ventas de bebidas y otra la reducción de ingesta calórica: “la cantidad de calorías consumidas bajó en apenas uno por ciento”, señala en su página 3http://cie.itam.mx/sites/default/files/cie/15-04.pdf

Más allá de Coca-Cola, la Secretaría de Hacienda reportaba, en datos que ha distribuido Conmexico, que al comparar enero-noviembre de 2014 contra el mismo periodo de 2015, lo recaudado por el impuesto al refresco ha crecido 13.3 por ciento. Es decir, este IESP le sabe muy bien a Lolita (que recaudará más de 20 mil millones de pesos) pero no puede ser visto como algo que limitó el consumo de esas bebidas.

Entre los especialistas se mencionan otros dos estudios, uno del Colmex y otro de la UANL… pero antes de que nos empapelemos, es urgente un debate nacional del tema de la obesidad, pues está de por medio la salud pública de nuestro país, así como un gigantesco mercado. Y ante a eso, este impuesto ha servido para puritita nada.

Twitter: @SalCamarena

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