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lunes, 4 de julio de 2016

Lo que le urge al gobierno


Salvador Camarena




El presidente cree que domina los tiempos. Dicen que dijo en una comida con periodistas que los cambios en su gabinete podrían ser allá por el Informe de Gobierno, es decir dentro de largas ocho semanas. Nadie cree que esos eventuales cambios sean garantía de que todo vaya a mejor (los anteriores nos trajeron a donde estamos), pero lo más relevante sería que –de haber dicho eso en serio– Enrique Peña Nieto crea, hoy por hoy, que él es quien domina la agenda.

El viernes salió el secretario de Gobernación a advertir a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que “se ha agotado el tiempo. Los bloqueos y las afectaciones a la ciudadanía deben de terminar. Por ello, en breve se estarán tomando las decisiones necesarias para permitir el tránsito en vías estratégicas y el abastecimiento de las comunidades.”

El mensaje de Miguel Ángel Osorio Chong (aquí la versión íntegra:http://bit.ly/29FBgYa) parte de una premisa equivocada.

El planteamiento del secretario de Bucareli falla en no asumir que el gobierno es parte del problema, que éste es más grande que la CNTE y los bloqueos en algunos estados, y que la crisis (en parte) se debe precisamente a que, como lo advirtió ese día el hidalguense, “en una negociación, no puede ser todo o nada”, es decir, que la crisis llegó a un extremo debido a la retórica de su colega de gabinete Aurelio Nuño, que cuando por fin se dijo abierto al diálogo con el magisterio disidente, planteó que sí habría pláticas, pero que para ello la Sección 22 tendría que aceptar la reforma educativa (todo) antes de cualquier diálogo (nada).

Que Peña Nieto crea que puede amarrar eventuales cambios de gabinete a los ritos a los que es tan afecto (el Informe de Gobierno, en este caso) o que Osorio Chong crea que lo que tocaba era un ultimátum, es preocupante.

La situación los desborda en varios frentes y ellos creen que son los del primer año, cuando pudieron someter por las buenas (el Pacto por México) o por las malas (detención de Elba Esther Gordillo) a opositores y adversarios.

Aunque habrá quien aplauda el aviso de endurecimiento de la administración Peña, hasta el mediodía del domingo resultaba claro que el desplante de Gobernación no había despresurizado la situación.

El tono del encargado de la política interior fue visto con desdén lo mismo por alcaldes de la Mixteca que el sábado rechazaron el ultimátum (http://bit.ly/29hWJa1) que por Obispos de Chiapas (http://eluni.mx/29fX2V8) que ayer demandaron privilegiar el diálogo.

Y gente con perfiles tan distintos como Jorge G. Castañeda (“tal vez sea el momento de aceptar que no se puede aplicar la misma reforma en todas partes” http://bit.ly/296LOjB) o Manuel Gil Antón (“sin reformar la reforma no habrá solución al problema que se suscitó”http://eluni.mx/29afbnA) llamaron en las últimas horas a revisar la reforma educativa.

Quizá la única manera de salir del callejón en que se ha metido el gobierno sea permitiendo que otros ayuden a encontrar una solución al problema que ellos sólo han empeorado con su estrategia miope y con su olímpico desdén al legítimo reclamo social de que expliquen el desastre de la actuación policial en Nochixtlán.

Urgen cambios en el gobierno y reeditar algo parecido a lo que fue la Comisión de Concordia y Pacificación para Chiapas.

Pero dado que lo único en que todos parecen coincidir es en la gravedad del momento, urge sobre todo que Peña Nieto y su gabinete reconozcan que tienen un problema, y urge que acepten que necesitan ayuda.

Twitter: @SalCamarena

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