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jueves, 21 de julio de 2016

La misma jodida pobreza, pero mejor reportada


Salvador Camarena



Un documento de la Secretaría de Desarrollo Social denominado México incluyente aporta algunas claves para entender las razones del INEGI para cambiar la medición de los ingresos de los hogares pobres.

Ese documento se denomina México Incluyente. La copia que vi es de principios de este año. En su tercera página consigna un Balance, y los Retos de la Política de Desarrollo Social. El primer “reto” que se menciona es “Última medición de pobreza en el sexenio. Levantamiento INEGI 2016 (agosto-noviembre)”. El segundo reto se denomina “Evaluación multidimensional del impacto de la Política de Desarrollo Social Federal”. Y el tercer reto es “Tendencia 2016: De seguir con la tendencia actual tendríamos en la última medición del sexenio 2 millones de pobres adicionales a los que había en 2012”. El documento detalla capítulos como Seguridad Social, Alimentación, Servicios Básicos de Vivienda, etcétera, y en ellos menciona cuatro apartados: Medición, Áreas de Oportunidad, Mejoras en la medición de pobreza y Acciones estratégicas.

Cuando se habla de “Ingresos” se destaca que “si bien la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, que se comenzará a realizar en agosto, nota mía) es una herramienta útil, existe evidencia de que no refleja adecuadamente los ingresos reales de los hogares”. Bajo esa frase se pone una flecha descendente en la que se dice: “Efecto negativo en pobreza”. Luego se menciona como “Problemas comunes a las encuestas en hogares” el “truncamiento” y el “subreporte”. Finalmente se ponen una flecha y un cuadro. En la flecha hay una frase que dice: 60% menor comparado con registros fiscales y el SCMN (Sistema de Cuentas Nacionales). Y en el cuadro se dice: “Mejorar la estimación del ingreso por transferencias gubernamentales: Contabilizar ingresos por programas sociales, así como subsidios de Liconsa, Diconsa y bienes durables (TDT, tablets, etc.). En el mediano plazo se busca también atender los problemas estructurales de medición”.

Finalmente, el documento propone un Estado de Cuenta Social, que ha de ser entregado “a todos los beneficiarios de Sedesol a fin de contabilizar el ingreso no reportado por transferencias monetarias y en especie que contribuye a mejorar el bienestar de los hogares”. Aparecen imágenes de ese Estado de Cuenta Social que asemejan a una boleta tipo escolar donde se consignan los programas.

O sea que pronto no sería necesario ni encuestar: pasaría el personal del INEGI, escanearía (me imagino) esa boleta, y listo, sabemos cuánto ingreso tiene don Pepe. No vaya a ser que don Pepe se nos asonse y sea incapaz de decirnos cuán pobre es.

El polémico cambio de las encuestas del INEGI coincide plenamente con el objetivo del gobierno de Enrique Peña Nieto: hacer que los empadronados en programas sociales reporten con precisión todos y cada uno de los beneficios que reciben, hecho que haría que los números de la pobreza (que no necesariamente los pobres) se reduzcan.

Ayer había en 24 Horas declaraciones del INEGI de que en efecto, le pidieron a los encuestadores ser “incisivos” a la hora de cuestionar a los pobres sobres sus ingresos. Vaya palabrita, incisivos. Y en El Financiero leí que el secretario Meade avala lo que hizo el INEGI (¿Sedesol de vocero de los exautónomos INEGIS? No les ayudes, compadre).
Independientemente del manoseo al INEGI: en el mejor de los casos tendremos la misma jodida pobreza de siempre, pero con una estrellita en la frente puesta por el gobierno por haber contestado mejor que son tan pobres como hace años. Gran cosa esta: estadísticas que nada cambiarán más allá de… las propias estadísticas.

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