Directorio

Directorio

lunes, 6 de junio de 2016

El existencialismo… es un humanismo

De Jean-Paul Sartre
(Reseña)




Sartre, Jean-Paul. El existencialismo es un humanismo.
Transcripción taquigráfica de conferencia. Francia, 1946.


El existencialismo es un humanismo es el título de una conferencia impartida por el filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre el 31 de octubre de 1946 y que fue promovida por el Club "Cajica" creado por Jacques Calmy y Marc Beigbeger.

El discurso es una defensa del existencialismo a los reproches de pensadores tanto comunistas como cristianos: por un lado, para el comunista el existencialismo es una filosofía contemplativa, quietista y burguesa porque entienden que si todas las soluciones están cerradas, la acción en el mundo resulta imposible; por otro lado, la crítica de los cristianos consiste en que el existencialismo suprime los mandamientos de Dios, negando la realidad y seriedad de las acciones humanas para permitir que los hombres hagan lo que quieran, anulando la posibilidad de condenar las ideas y los actos de otros humanos.


Sartre inicia planteando su concepto de existencialismo como "una doctrina que hace posible la vida humana y que, por otra parte, declara que toda verdad y toda acción implica un medio y una subjetividad humana.", para el filósofo lo que en verdad asusta de la doctrina es el hecho de que deja al hombre la posibilidad de elección.
A pesar de que hay dos especies de existencialistas: los cristianos (como Jaspers y Gabriel Marcel) y los ateos (como Heidegger, los existencialistas franceses y el propio Sartre), los dos tienen en común el considerar que "la existencia precede a la esencia".

Contrario a ésta idea, algunos filósofos (entre ellos Leibniz, Descartes, Diderot, Voltaire y aún Kant) consideran que antes de fabricar un objeto, éste es ya un concepto; cuando Dios crea al hombre ya hay en Dios una idea clara de lo que éste será; o que el hombre posee una naturaleza humana común a todos los hombres como un concepto universal ("El Hombre"), es decir, que en todos los casos la esencia precede a la existencia.

A todo esto Sartre va a decir que en realidad el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y después se define como tal. Es por eso que el hombre no se puede definir, empieza por un "no ser nada" que está proyectado a la existencia y en última instancia —dirá Sartre— "el hombre no es otra cosa que lo que él se hace", es decir, es un continuo proyecto que se vive subjetivamente.


Esto nos conduce a otro tema, objeto de crítica por sus detractores: el subjetivismo. Suele entenderse el subjetivismo en dos sentidos: como elección del sujeto individual incapaz de sobrepasar la propia subjetividad humana; y —la más cercana al existencialismo— como elección colectiva, es decir, que el hombre al elegirse, elige a todos los hombres. Esto se debe a que la responsabilidad del hombre frente a su existencia no es individual sino colectiva, compromete a toda la humanidad en la medida en que sus decisiones son valederas para todos los hombres e incluso para toda una época entera.


Dicha responsabilidad conlleva un estado de angustia y desesperación: angustia porque no hay Dios, determinismo, "naturaleza humana", bueno o malo a priori, valor, justificación o excusa en la que el hombre pueda pedir ayuda; y desesperación por el hecho de que el hombre sólo cuenta con su voluntad o la probabilidad de su acción, es decir, que está condenado a ser libre, a inventarse a cada momento. Para Sartre, la crítica al quietismo atribuida al existencialismo estaría superada porque sólo podemos hablar de realidad en la acción: en la medida en que el hombre existe, se realiza, como un proyecto continuo.


La principal diferencia, primero, con el cogito cartesiano es que todo lo que queda fuera del “yo pienso” no alcanza un valor de verdad, sin embargo, se pierde de vista que en el “yo pienso” se descubre también al Otro como condición de su propia existencia; y, segundo, que con el materialismo el hombre se convierte también en objeto, sin embargo, la subjetividad propia del hombre no es individual sino colectiva. Se entiende entonces por qué los pensadores actuales hablan más de la condición del hombre (conjunto de límites a priori) y no de su naturaleza.

Su condición varía con respecto a la historia, lo que no cambia es su necesidad de estar en el mundo. Sus límites tienen una cara objetiva y otra subjetiva: objetiva porque se reconocen en todas las cosas; y subjetiva porque necesariamente son vividos por el hombre ya que fuera de él serían nada.
Sin embargo, para Sartre esto no resuelve enteramente la cuestión del subjetivismo por lo que presenta tres objeciones:
La primera de ellas tiene que ver con la libertad de elección; esto resulta poco exacto porque si bien se puede elegir, lo que no es posible es no decidir, en otras palabras, el no elegir es también una forma de elección que compromete a la humanidad entera, el hecho de que ningún valor a priori determine una elección esto no representa alguna forma de capricho.
La segunda objeción tiene que ver con la imposibilidad de juzgar unos hombres a otros; es verdad que el hombre no puede juzgar porque es siempre el mismo dentro de una situación variable dentro de la cual su elección es constante, pero dependiente siempre de la variable, sin embargo, también puede juzgar (no como juicio de valor sino como juicio lógico) porque ciertas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad.
La tercera objeción consiste en que aceptan los valores, sin embargo, al ser una elección propia resultarían también poco serios; para Sartre el hombre inventa los valores ya que no existen de manera apriorística, el valor es el sentido de las cosas que elige el hombre, construcción que posibilita la comunidad humana.

Para Sartre, el humanismo tiene dos sentidos: por un lado, es una teoría que toma al hombre como fin y valor superior, a este sentido Sartre lo considera absurdo porque no es posible atribuirle un valor al hombre tomando como consideración sólo a ciertos hombres; por otro lado, el de un humanismo existencialista —más afín a Sartre— en el que el hombre está fuera de sí, proyectado, persiguiendo fines trascendentales y rebasándose a sí mismo.

Finalmente, el existencialismo es un humanismo porque su situación y la elección que tome dependen enteramente de él, donde el hombre se realiza precisamente como humano.

En esta conferencia quedan expresadas las principales ideas del existencialismo sartriano con notorias influencias de Martin Heidegger, Edmund Husserl e incluso de Nietzsche, pero además, permite conocer la procedencia, el tipo y nivel de crítica contra el existencialismo, corriente de la que Sartre también muestra ciertos matices que hacen peculiar su pensamiento.

No hay comentarios :

Publicar un comentario