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jueves, 17 de marzo de 2016

Mónica Arriola, historia de un agravio


16 de Marzo de 2016
El fallido acto de atrición de Luis Castro se produjo en la funeraria de Cuajimalpa, donde ayer se velaba el cuerpo de Mónica Arriola, hija de Elba Esther Gordillo. Alguna vez la fallecida senadora de Nueva Alianza nos contó cómo el actual presidente de ese partido defraudó su confianza y, literalmente, la obligó a renunciar a la secretaría general de ese partido.
Colaboradores de Arriola nos aseguran que don Luis no pasó el filtró de la capilla Premiere, donde se encontraba la familia, encabezada por Elba Esther, y el cuerpo de Mónica. A la funeraria llegó el presidente del Panal acompañado de diputados de ese partido. Hizo declaraciones a los reporteros, antes de subir al segundo piso de la funeraria, donde está la mencionada capilla. “Fuera había una fila de gente formada que quería entrar a la capilla. Cuando llegaba al filtro, daba su nombre. Adentro decían si pasaba o no. Él estuvo parado afuera alrededor de media hora y se retiró. Nunca entró”, nos aseguran.
Mónica tuvo que renunciar a la secretaría general de Nueva Alianza porque Castro estuvo a punto de expulsarla.
Crónicas de ese episodio, ocurrido en 2013, cuentan que la decisión de sacarla la tomó conjuntamente con Juan Díaz, heredero de la secretaría general del SNTE. Recuerdo vagamente fotos que la senadora nos mostró en algún restaurante de la Zona Rosa. Aparecían imágenes de numerosos contingentes de la policía rodeando sus oficinas, como si ella fuera una vulgar delincuente. No olvido su tono de irritación, su sentimiento hacia Castro y Díaz, su impotencia ante la traición.
Luis Castro creció dentro del Panal al amparo de Elba Esther. Lo protegió. Fue becario del SNTE y “embajador de la maestra en España” más de una década, según una nota de Andrés Becerril, publicada el 7 de marzo de 2013 en Excélsior.
Gordillo había depositado toda su confianza en Castro. Permitió y fomentó que asumiera el liderazgo del partido en 2011, con Mónica como su compañera de fórmula. Eran tiempos de poder de la familia Gordillo.
Pero apenas iniciaba el sexenio del presidente Peña, cuando la maestra fue detenida y recluida en el Penal de Tepepan bajo graves cargos: operación de recursos de procedencia ilícita. La PGR acusó a La Maestra de malversar recursos por dos mil 600 millones de pesos.
Pasó el tiempo. Mónica incomodaba al sistema. Necesitaban incondicionales. Castro lo era. Juan Díaz también. Vinieron presiones y amenazas. La senadora optó por mandar al carajo la secretaría general y dedicarse al trabajo legislativo.
Durante los tres años y pico que ocupó el escaño, trabajó muy duro. La senadora del PRI, Cristina Díaz, dijo ayer en tribuna que, en ese lapso, presentó 69 iniciativas.
Al funeral de Mónica sólo asistieron los senadores del PAN, Mariana Gómez del Campo y Ernesto Cordero, además del gobernador Manuel Velasco. La familia comunicó a la Mesa Directiva de la Cámara alta que quería velarla en la intimidad. Sólo con los más cercanos. “Querían un velorio lo más lejos de la política posible”, nos dijeron. Se respetó ese deseo.
Acompañaron a Mónica en su última morada el empresario y exdiputado del Panal, Alberto Cinta; Carolina Monroy del Mazo, secretaria general del PRI; el profesor Rafael Ochoa, Gerardo del Mazo. Nadie del gobierno federal estuvo presente. El presidente Enrique Peña mandó una corona de flores.
En el Senado le dedicaron la parte final de la sesión. Dos enormes moños negros colgaban de la tribuna. En el centro, su fotografía. El asunto con el que cerraron la sesión fue el último punto de acuerdo que presentó Arriola. El texto insta a la Cámara de Diputados a aprobar la Ley de Desapariciones Forzadas “porque ya venció el plazo fijado”.
El momento fue aprovechado por numerosos senadores, de izquierda a derecha, para hacer un reconocimiento a la labor de la senadora del Panal, que dejó este mundo en plenitud. Tenía apenas 44 años. Falleció luego de una prolongada batalla contra un cáncer que parecía superado, pero que reapareció más agresivo en mayo del año pasado. En sus intervenciones, todos los senadores coincidieron en un punto, al que este reportero se suma: “Mónica, te vamos a extrañar…”.
A Elba Esther le fue extendido un permiso especial para asistir a los servicios fúnebres de su hija, tras lo cual regresó al hospital de la colonia Roma, donde se encuentra internada hace semanas, debido a su estado de salud.

Xóchitl Gálvez y el jefe Diego ..Balconeo


• Muy comentada en los corrillos políticos la balconeada que Xóchitl Gálvez les dio a los invitados del cumple 75 de El Jefe Diego. El reproche que se le hace a la delegada en Miguel Hidalgo es que la periscopeada —el término está de moda— le proporciona misiles a López Obrador para darle peso a su frase preferida: la mafia en el poder.
“López Obrador va a decir, ¿no que no? Allí los tienen juntos, los de la mafia en el poder. Priistas, panistas, perredistas y los poderes fácticos”, consideró el senador del PAN Javier Lozano. En la fiesta había dirigentes de los tres partidos, ministros de distintas iglesias, profesionistas, empresarios, funcionarios, periodistas, académicos, dos expresidentes: Carlos Salinas y Felipe Calderón. Pero tambiénCarlos Slim, Carlos Navarrete, Porfirio Muñoz Ledo, Jorge Castañeda…
“Fue una reunión de la pluralidad, que es lo que México necesita; que la unidad y la concordia no se confundan con complicidades o turbiedades”, dijo Fernández de Cevallos al periodista Pepe Cárdenas. El Jefe Diego dejó en claro su molestia conGálvez. “Fue algo de buena fe, pero imprudente, impropio. Un encuentro privado debe ser respetado”, dijo.
La delegada en Miguel Hidalgo admitió que periscopear la fiesta “fue un error que no volveré a cometer”.
Pero luego justificó: “Cuando llegué, la misma gente pedía que utilizara su red social. ¿Hoy no nos vas a periscopear?”, preguntaban.
Se lo tomó en serio. Se atrevió, transmitió y evidenció

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