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jueves, 11 de febrero de 2016

El Papa y el secuestro de la política


Guillermo Knochenhauer



Mañana llega a México Jorge Mario Bergoglio, Pontífice católico que dedica gran empeño a señalar los riesgos que acechan a la humanidad.

Lo distingue su tono, más secular que el que es propio para fines religiosos, con el que ha señalado que si no cambia, el mundo enfrentará una Tercera Guerra Mundial y un colapso ambiental.

Cuando se refiere a la crisis de este mundo (una sola con varias cabezas), habla de la obra y de los errores de gobiernos y de políticas públicas equivocadas, y propone soluciones que suponen inteligencia y sentido práctico para ponerlas en juego.

Uno de los aspectos de la crisis sobre el que el Papa llama la atención, es que la iniciativa política de las naciones está secuestrada por la economía. Su exhorto reiterado es a rescatar esa iniciativa.

Efectivamente, la negociación política de los inevitables conflictos entre clases sociales, se ha separado de la economía; las decisiones de las corporaciones y las de los gobiernos que interesan a los empleados y trabajadores asalariados, responden exclusivamente a la lógica implacable de la economía.

La democracia liberal le hace creer a las sociedades en las que opera que tienen poder de decisión y que sus gobiernos deberían ser capaces de resolver la crisis, pero la verdad es que el poder político ha sido capturado por la economía de mercado, carente de ética y de consideraciones humanitarias, ambientales y de cualquier otra que no tenga que ver con aumentar el lucro de la grandes corporaciones.

¿Por qué los políticos de hoy ya no son lo que solían ser?, se pregunta Yanis Varoufakis, ex secretario de finanzas de Grecia, y responde “no es que haya degenerado su ADN. En estos días los políticos pueden estar en el gobierno, pero no en el poder, porque el poder reside en una esfera económica separada fuera de su alcance”.

En efecto, los salarios, única vía por la que se distribuye con eficacia la riqueza en el capitalismo, se establecen por consideraciones que responden, sometidas, a las presiones de la competitividad en los mercados.

Por eso tiene razón la encíclica sobre el “Cuidado de la Casa Común”, del 24 de mayo de 2015, cuando dice que: “La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común. Mientras unos se desesperan sólo por el rédito económico y otros se obsesionan sólo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios.

“Necesitamos –dice más adelante- una política que piense con visión amplia y que lleve adelante un replanteo integral, incorporando en un diálogo interdisciplinario los diversos aspectos de la crisis”.

Para afrontar la crisis global, que se anticipa recesiva en inversiones y empleo, con ineludibles consecuencias sociales aún más crudas de las que ya padecen muchos países “ricos” y “emergentes”, y en escenarios políticos de mayor inestabilidad, interna e internacional, una propuesta papal es reunificar las esferas económica y política bajo la dirección del demos.

La democracia por encima de la economía, es necesaria para que florezca una ética comprometida con la vida y el bienestar general. Es el mensaje papal.

http://estadoysociedad.com

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