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domingo, 1 de noviembre de 2015

“El poder del Presidente nunca fue absoluto”: José Elías Romero Apis

En el libro ‘El jefe de la banda’, de próxima publicación, el autor desmitifica el poder omnímodo que se ha creído tenía el mandatario en turno de México; quien trató con diez jefes del Ejecutivo federal sostiene que el PRI y otros poderes fácticos acotaban y servían de contrapeso al primer mandatario

José Elías Romero Apis sostuvo que durante los 71 años que el PRI gobernó México “sin limitación alguna”, los presidentes en turno no tenían el poder omnímodo que se ha creído, porque en ese tiempo la lucha por el poder estuvo dentro del mismo PRI.

Romero Apis, autor de El jefe de la banda, libro de próxima publicación, que es un compendio de anécdotas políticas, muchas inéditas, ha estado muy cerca del poder político: ha tratado con diez presidentes de México; de nueve ha sido su amigo y trabajó para seis de ellos durante 30 años. Con base en ese bagaje es que el abogado lanzó su tesis sobre el poder de los presidentes.

Aseveró que prueba del acotamiento que tuvieron quienes se desempeñaron como titulares del Ejecutivo federal durante el llamado priato, entre 1929 y 2000, fue que en su gabinete había cuotas, incluso la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha tenido su silla ahí.

“México fue durante muchos años el gobierno de un solo partido, el PRI, que nos gobernó sin limitación alguna, pero esto no quería decir que fuera el gobierno de un solo individuo. Por una serie de razones históricas, el debate político, la pugna política y los equilibrios políticos se trasladaron al interior de un solo partido, pero ese sistema tenía contrapesos muy importantes”, explicó.

Romero Apis, que hace unas semanas terminó de escribir El jefe de la banda, dijo que su idea era poder retratar la parte humana de los presidentes de México.

Porque al final de cuentas la Presidencia es un ejercicio, podríamos decir simple, si se ve de manera esquemática, subrayó en entrevista.

“La Presidencia es una institución que jefatura el Ejecutivo, que está dispuesta en el artículo 89 constitucional y otros consecuentes. Si tuviéramos que dar una clase de derecho sobre la Presidencia, nos ocuparía una clase de dos horas, no una materia completa ni mucho menos una carrera o un diplomado”.

La banda... presidencial

A pregunta expresa sobre el título del libro de 462 páginas, editado por Plaza y Valdés, que podría ser visto un tanto cuanto provocador en el contexto actual, donde las bandas delincuenciales aparecen por todos lados, Romero Apis aclaró:

“Si tuviera que pagar una regalía, ésa sería para Álvaro Obregón; en alguna ocasión él le dijo a Plutarco Elías Calles, y lo cito en el libro, que los presidentes son los jefes de la banda, refiriéndose a que son jefes y a que usan banda presidencial”.

Romero Apis recordó que la Presidencia es el único cargo en México, como en todas las repúblicas, donde un ser humano usa una banda como distintivo, a diferencia de las monarquías; es el único cargo, ni siquiera las condecoraciones militares usan banda, aunque existe una de esa forma, pero no se otorga.

Acerca de la afirmación de que los presidentes priistas de México entre 1929 y 2000 no tuvieron un poder absoluto, total, Romero Apis, colaborador de Excélsior, explicó:

“El Congreso estaba dividido: había una Cámara que se consideraba la Cámara del partido y ésa era la de Diputados; era una Cámara estridente, a veces insolente, rebelde, integrada por el propio PRI, con sus líderes obreros, agrarios, populares, territoriales y cuadros distinguidos, que eran los dueños del partido, no el Presidente.

“A veces uno de esos dueños podía ser Fidel Velázquez, ellos duraban 30 años, eran vitalicios, vieron pasar presidentes sabiendo que se iban a ir, que llegaría otro y que ellos iban a permanecer. Por otro lado, el Senado era la Cámara del Presidente, ahí estaban todos los cuates del Presidente y eso daba un equilibrio; es decir, ni el Presidente podía todo, porque sólo tenía una Cámara, ni el partido podía todo, porque tenía una Cámara y así se equilibraba el poder”.

Como ejemplo de que los presidentes priistas no las tenían todas consigo, el abogado, que ha sido subprocurador de la República en distintas épocas, menciona que de todas las sucesiones presidenciales bajo el régimen priista sólo en tres casos triunfó la voluntad del Presidente saliente: Adolfo Ruiz Cortines en favor de Adolfo López Mateos, de éste en favor de Gustavo Díaz Ordaz y de Miguel de la Madrid hacia Carlos Salinas de Gortari. Los demás los ganó la circunstancia y el PRI”.

Otro ejemplo que ofrece Romero Apis para tratar de desmitificar lo que hace tiempo se llamó la presidencia imperial, fue que teniendo el PRI el poder absoluto en las dos cámaras, el proyecto de Impuesto al Valor Agregado (IVA) comenzó a gestarse en el gobierno como propuesta en 1967, en tiempos de Díaz Ordaz, y se convirtió en ley hasta 1980, con José López Portillo como Presidente.

“Pasaron 13 años, tres presidentes, cinco legislaturas y seis secretarios de Hacienda. ¿Por qué? Porque al proyecto IVA los diputados populares priistas decían sí; los agrarios sí, pero con cambios, y los obreros decía no, ni hablar. Tuvieron que pasar años de cabildeo”.

Romero Apis no tiene duda de que Carlos Salinas de Gortari fue un Presidente con mucho poder, pero reflexionó sobre los cuatro años que pasó cabildeando todos los días porque el PRI, su partido, no estaba convencido para poder lograr las dos reformas que más le importaban: la del 27 constitucional y la de la relación con la Iglesia.

“Cuando en el PRI se oyó hablar del tema se dijo no. A los primeros que Salinas tuvo que convencer fue a los secretarios del ramo. Fernando Gutiérrez Barrios, entonces titular de Gobernación, y a Carlos Hank González, de Agricultura. Los dos le dijeron ‘no le mueva, Presidente, va a venir el señor Zapata a jalarnos las patas, el señor Juárez se va a revolcar en su tumba’. Y después tuvo que convencer a muchos, incluidos legisladores de su partido”.

Afirmó Romero Apis que la Presidencia de la República ha sido muy obsecuente, muy obsequiosa, muy llena, en algunas épocas, de respeto de protocolos, pero algunas cosas correspondían a estrategia, no a cortesanía.

“Hace años, cuando había Informe Presidencial o el Grito el 15 de septiembre, en su recorrido del Palacio Nacional al Congreso y de regreso las calles estaba abarrotadas de multitudes acarreadas, pero no eran para una cortesanía, el Presidente sabía que eran acarreados, él muchas veces en su carrera había sido el acarreador; también sabía que las porras y los vítores eran simulados, era para ocupar las calles, porque las calles que no ocupas te las ocupan otros; era por una estrategia política, no se la creían. Era para evitar mentadas de madre. Era sensato, ¿a quién invitas a tu fiesta?, pues a tus cuates que te van a aplaudir”.

Aseguró que es verdad que la Presidencia de México ha estado acotada por lo menos por 50 controles. Y explicó: el tiempo de mandato: la no reelección es un acotamiento brutal, el hecho de que sea finita limita excesos. El reparto de poder, el gabinete era corporativo, varios sillones del gabinete tenían dueño de antemano.

“Había un sillón para el PRI, el expresidente del PRI tenía un sillón en automático por el solo hecho de haber ganado la elección, aunque durara poco tiempo; había un sillón de la UNAM: se llamó (Javier) Barrios Sierra, (Jorge) Carpizo , (Guillermo) Soberón, Juan Ramón de la Fuente, Jorge Madrazo; y había tres o cuatro que eran los amigos del Presidente.

“El secretario de Hacienda no era un amigo del Presidente, era del sistema financiero; el secretario de Gobernación era un hombre del sistema político.

“¿De verdad (Fernando) Gutiérrez Barrios era tan brody de Carlos Salinas? Yo diría que no, pero era un hombre del sistema político. Creo que la amistad entre Echeverría y su jefe Díaz Ordaz muy poco tenía de íntima, y la de Miguel Alemán con Ruiz Cortines, menos. Muy pocos de los verdaderos amigos del Presidente estaban en el gabinete”.

Clásico de la ciencia política

En el prólogo de El jefe de la banda, escrito por Pascal Beltrán del Río, director editorial de Excélsior, el periodista apuntó que quien se acerque a este libro de “poderoso y sugerente título” podrá encontrar aspectos desconocidos sobre los presidentes desde Venustiano Carranza a Felipe Calderón. “Es un libro destinado a convertirse en un clásico de ciencia política mexicana”.

Al respecto, Romero Apis calcula que los hombres de la política que lean el libro lo van a encontrar algo ameno y quizás interesante en algunas de las páginas.

“Creo que el hombre más experimentado que podamos pensar hoy en día en la política mexicana va a encontrar en las páginas de este libro algo que no sabía. Los propios protagonistas del libro van a saber algo de ellos que no supieron en su momento.

“Eso nos pasa a todos, en la política, como en la vida diaria, los hombres vemos hacia el frente y a veces un poquito de reojo hacia los lados, pero nuestros 90 grados de visión óptica coinciden mucho con nuestros grados de visión mental, y casi nunca vemos lo que sucede a nuestras espaldas, casi nunca vemos lo que sucede arriba de nuestra cabeza y casi nunca vemos lo que pasa en la planta de nuestros pies. Y eso, a veces, nos lo tienen que decir.

“Esto es un poco como aquella guasa infantil, que el que está atrás de un niño le pone cuernos en la cabeza y él no se da cuenta, y ve que el que tiene enfrente se ríe. Y le pregunta ‘¿de qué te ríes?’ y el otro contesta ‘de nada’. Y no sabe por qué se ríen de él. Así pasa también con los grandes hombres, hay cosas en las que no saben por qué se están riendo de ellos. Hay seres humanos y algunos muy poderosos a quienes les han tenido que explicar los chistes que se han hecho sobre ellos, porque no tienen una idea muy clara de lo que pasa a sus espaldas”, dijo el también presidente de la Academia Nacional.

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