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miércoles, 7 de octubre de 2015

#YoSoyPopulista

De los creadores de El Coco y El señor del costal, llega “El populismo: la amenaza”. Sus promotores, dentro de los cuales se encuentra el mismo presidente Enrique Peña Nieto, se han convertido en una especie de profetas que vienen a anunciar el fin del mundo si es que semejante adversario llegara al gobierno. Por lo tanto, invitan a la gente a rezar un: “No nos dejes caer en tentación y líbranos de todo populismo. Amén”.
El enemigo no es el narcotráfico, la narcopolítica o la corrupción. La gente no debe preocuparse por la inseguridad o la vulnerabilidad de la economía. Quien le debe quitar el sueño es el diabólico, satánico, perverso e infernal populismo.
El problema de tener a un enemigo tan conceptual es que la mayoría de la gente no entiende exactamente cuál es la amenaza y si decide correr al diccionario de la Real Academia Española a investigar lo que significa, no se encontrará con ninguna definición similar a “Enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas”, sino que para la RAE un populista es algo perteneciente o relativo al pueblo y entonces cualquiera se preguntaría, ¿y cuál es el problema?
Algunos han intentado traducir ese concepto señalando que un populista es aquel que divide poblaciones, que promete imposibles, que siembran odio y rencor con el único fin de cumplir agendas políticas y satisfacer ambiciones… pero, ¿no lo hacen todos los candidatos, políticos y legisladores?
Seguramente conociendo esa dificultad de explicarle a 98% de la población que no estudió ciencias políticas, lo malo y peligroso que es el populismo, alguien decidió que Andrés Manuel López Obrador podría ser la misma encarnación de ese mal.
Seguramente pensaron que poniéndole a esa calamidad un nombre, un apellido y un rostro, la gente iba a entender la maldición a la que se enfrentaban. No sólo eso, sino que reclutaron a una serie de ángeles del Apocalipsis para advertirle a la población de que se arrepintieran de sus pecados, porque el mal estaba cerca y había que exterminarlo.
Jaime Rodríguez El Bronco, gobernador de Nuevo León, Diego Fernández de Cevallos y hasta Vicente Fox salieron al paso para ir tocando sus trompetas y anunciando desgracias si alguien se dejaba deslumbrar por el tabasqueño. No sólo ellos, un grupo de sabios, muchos de ellos reconocidos y con gran credibilidad, se sumaron para buscar a un mesías capaz de combatir al que parece ser peor que el anticristo.
Todos y cada uno de estos personajes han llevado al líder de Morena a las primeras planas de los periódicos, todos le han hecho promoción gratuita, todos están contribuyendo a que la gente vea a López Obrador como el que está dispuesto a luchar solo contra el mundo. El David, el populista al que no quieren los ricos y poderosos. Los que viven en las Lomas —en la calle de Virreyes para ser más exactos— o en Polanco.
Por supuesto, el Peje no iba a desaprovechar esa oportunidad, que le pusieron en bandeja de plata, y ya dijo en Zacatecas que el presidente Peña Nieto acudió a la ONU a tirarle indirectas. No se quedó ahí, sino que dio una probada de lo que será de ahora en adelante su discurso: “Si por ser honesto, por actuar con responsabilidad social y luchar por la vía pacífica me acusan de populista, que me apunten en la lista”.
Además, los voceros antipopulistas son tan poco populares y no cuentan con el apoyo de la gente, que con tal de ir en su contra pueden asumirse como #YoSoyPopulista.

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