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sábado, 26 de septiembre de 2015

El Misterio del origen de Adolfo López Mateos

Alfonso Diez
alfonso@codigodiez.mx
* ¿Se debería haber llamado Adolfo de Murga Mateos?



Me acabo de enterar de la revelación que hace Regina Santiago Núñez en su libro “Gonzalo de Murga y Suinaga, Un Quijote en México”.

Dice Regina que el ex presidente de México, Adolfo López Mateos no era hijo de Mariano López y de Elena Mateos, como se pensaba, sino que el verdadero padre era Gonzalo de Murga, que además es abuelo también de ella.

Por una verdadera casualidad me enteré de la existencia del libro de Regina e inmediatamente lo adquirí. A ella la había leído en el periódico La Crónica, con el que al parecer ya no colabora. Le escribí en un par de ocasiones y recibí contestación. Ahora, al enterarme del libro le volví a escribir, pero ya no obtuve respuesta.

Dice la escritora que Andrés Henestrosa la impulsó a revelar el secreto de familia guardado durante años. La reunió con Jacobo Zabludovsky en el Sanborns de la calle de Madero, en la Ciudad de México, en septiembre de 2003 y ahí ella se comprometió a escribir el libro que se terminó de imprimir el 7 de abril de 2005, editado por Porrúa.

Gonzalo de Murga nació en Markina, España, el 26 de noviembre de 1869, llegó a México en 1888 y tras publicar varios libros de poesías se fue a radicar al Ingenio de Santo Domingo, Oaxaca, en 1914. Murió asesinado el 28 de junio de 1934, a los 64 años de edad.

La biografía de López Mateos dice que el ex presidente nació el 26 de mayo de 1909 en Atizapán de Zaragoza, Estado de México, y murió el 22 de septiembre de 1969 en la Ciudad de México. Sus padres fueron el cirujano dentista Mariano Gerardo López y la señora Elena Mateos Vega. Don Mariano murió cuando Adolfo tenía cinco años de edad, en 1914.

Regina afirma que Esperanza, la hermana de Adolfo, también era hija de Gonzalo y Elena y que tendría 24 años de edad en octubre de 1929, por lo que habría nacido en 1905.

Esperanza era cuatro años mayor que su hermano, por lo que tendríamos que concluir que la mamá de ellos sostuvo relaciones con De Murga por lo menos durante ese lapso de tiempo, sin que nadie se enterara.

Se sabe que Adolfo hizo un viaje a pie a Guatemala en 1926 y Regina dice que en el camino pasó a saludar a De Murga al ingenio.

En 1929, luego de participar en la campaña de Vasconcelos por la presidencia, López Mateos regresó a Guatemala a vivir un tiempo, huyendo. Este hecho y el viaje a pie han formado parte de otra leyenda o rumor, que dice que el ex presidente realmente nació en Guatemala.

Regina Santiago aclara que el acta de nacimiento de Adolfo que asienta que nació en Atizapán es falsa y que se le consiguió para que pudiera participar en un concurso de oratoria.

Por otra parte, en el libro se afirma que Henestrosa ya conocía el rumor de que López Mateos era hijo de Gonzalo de Murga y que por eso, conociendo el parentesco con Regina, la motivaba para que escribiera al respecto.

Gabriel Figueroa, el fotógrafo de cine homenajeado en la actualidad, era primo hermano de Adolfo y decía que Esperanza no era hija ni de Elena ni de Mariano, que había sido adoptada. Lo cierto es que Figueroa trató de manera cercana a Esperanza durante años y fue quien la recomendó con B. Traven para que comenzará a traducir sus libros y se convirtiera en su representante.

López Mateos murió víctima de un aneurisma que lo mantuvo en coma durante un año y Esperanza se suicidó. Por mi parte, en 1988 conocí a Angelina Gutiérrez Sadurní y a Adolfo y Elena López Gutiérrez, hijos del ex presidente y de Angelina. Angelina y Adolfo se casaron por la iglesia solamente porque Eva Sámano, la esposa oficial, nunca quiso conceder el divorcio.

Angelina era una mujer muy bella, fuimos a comer acompañados de sus hijos al restorán San Ángel Inn ubicado en Altavista. Adolfo hijo tendría entonces un poco más de 20 años de edad, murió en un accidente automovilístico. Angelina y Elena viven en la actualidad en San Diego, California. Como es lógico suponer, no tocamos el tema del nacimiento del ex presidente.

Muchos años antes, en 1960, el presidente López Mateos me entregó una medalla de oro con su efigie, por el primer lugar en una competencia de atletismo en el Instituto Politécnico Nacional. Ahí lo conocí. Lo volví a ver durante un festejo estudiantil acompañado por el director general de la institución, Alejo Peralta.

Supe de su distanciamiento con el presidente que lo sucedió, Gustavo Díaz Ordaz Bolaños Cacho, quien no lo quería saludar cuando por casualidad se llegaban a encontrar en el mismo evento.

El ingeniero Manuel Medina y Alvarado, gran amigo de él, nos contaba anécdotas del viaje a pie que hicieron juntos a Guatemala y de las dificultades del ingeniero al elaborar una solicitud de trabajo y poner como referencia al ex presidente, no se la creían; pero se refería a él como un gran tipo, sociable y muy inteligente, un deportista consumado.

Tenía un carisma que no tuvieron sus antecesores y tal vez tampoco ninguno de sus sucesores. César Costa dice que lo vio para pedirle que le autorizara a traer un automóvil deportivo a México, un Jaguar tipo E, “igual que usted lo ha hecho con los automóviles que le gustan”, y que el favor le fue concedido por un hombre afable, sonriente y sencillo.

No hay ninguna razón para dudar de que lo que Regina afirma en verdad lo cree, aunque desafortunadamente no ha conseguido pruebas, sólo tiene el dicho de su abuelita, que se transformó en secreto familiar, y los rumores que llegaron a otras personas.

Si ese secreto hubiera sido conocido por los rivales de don Adolfo, nunca lo habrían dejado llegar a la presidencia, en ese entonces la Constitución no permitía que los hijos de extranjeros ocuparan el cargo.

Y por otra parte, ¿Cómo se enteró la abuelita de Regina de que su pareja, Gonzalo de Murga, había sido también pareja sentimental de Elena Mateos y que juntos habían procreado a dos hijos? ¿Él se lo dijo? ¿Cómo? ¿En qué circunstancias? ¿Cuándo?

¿Pudo tal secreto resistir el paso de tantos años antes de salir a la luz?

Hay que reconocer que el origen, el nacimiento del ex presidente, siempre ha estado envuelto en el misterio. Para desentrañarlo hace falta la investigación metódica de un historiador profesional y desde luego, ¿por qué no?, los análisis de ADN correspondientes. Hay, afortunadamente, descendientes por las dos ramas. ¿Faltaría una tercera? Tal vez, la de Mariano López. Y una cuarta, la de Esperanza López Mateos.

La pregunta entonces queda para ser resuelta: ¿Adolfo López Mateos era hijo en realidad de un español llamado Gonzalo de Murga y Suinaga?

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