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viernes, 14 de agosto de 2015

Turbulencias económicas, ¿y qué dice el piloto?

“El país se encuentra en una de las peores crisis que haya vivido en su historia. Uno de los problemas más graves es el incremento de la desigualdad y la pobreza que proviene del mediocre crecimiento económico que hemos tenido durante la última década: un crecimiento promedio anual de 1.9 por ciento del Producto Interno Bruto. Se ha privilegiado la estabilidad financiera por encima de las prioridades económicas y sociales; estabilidad, que si bien es necesaria, es insuficiente para generar crecimiento, empleo, salarios más justos y superar la pobreza.

“El mediocre crecimiento con estabilidad financiera de los últimos años es resultado de que no se han construido motores económicos propios y se ha dependido sólo de los altos precios del petróleo y del aumento de la exportación de manufacturas a Estados Unidos. Frente a un escenario mundial desfavorable, estos factores de estímulo corren el riesgo de perder fuerza y de menguar el soporte que han dado a la economía nacional”.

Las anteriores citas provienen de la Plataforma Electoral presentada por el Partido Revolucionario Institucional en los comicios de 2012. El PRI se quejaba, como muchos otros entonces, del “mediocre crecimiento” conseguido por los panistas en la presidencia de la República.

Como es sabido, este miércoles el Banco de México redujo la expectativa de crecimiento para 2015 a un rango entre 1.7 a 2.5 por ciento. Es la cuarta vez que la institución presidida por Agustín Carstens reduce el cálculo sobre cuánto creceremos este año. Si la cifra final de crecimiento es de 2.5 por ciento, cosa que está en veremos, en sus tres primeros años el presidente Enrique Peña Nieto tendrá un promedio de 2.0 por ciento (en 2013 fue de 1.4, en 2014 de 2.1 por ciento). Si es menos que eso, será un crecimiento igual de mediocre al de los blanquiazules.

Los priistas no erraron del todo en su plataforma. Ya adelantaban que en un escenario mundial desfavorable, los ingresos petroleros podrían dejar de ser un buen soporte. Nadie podría haber adelantado la caída de los precios del petróleo que hemos visto en 12 meses.

Toca a los economistas revisar lo que el gobierno mexicano, independientemente de los factores internacionales, debió haber hecho para capotear con más éxito la que nos ha caído encima.

Lo que es evidente, sin embargo, es que a la administración Peña Nieto le ha costado mucho trabajo ya no digamos abandonar su ortodoxia económica, sino siquiera darse cuenta de que en medio de las turbulencias les ha faltado, como en otros temas y momentos, comunicar a la ciudadanía los mensajes que den tranquilidad o al menos disminuyan la zozobra.

Durante los dos primeros años de la administración, la tónica era escuchar sobre la cerrazón del gabinete económico de EPN. Una vertiente señalaba que con los panistas los empresarios se habían apropiado de tareas que no les correspondía, que ejercieron demasiada influencia, y que el nuevo gobierno corregiría eso. En los últimos meses, por otro lado, se comenzó a hablar de que Luis Videgaray, secretario de Hacienda, ya estaba cambiando, y que ya sostenía reuniones con los señores del dinero.

Todo lo anterior ocurre en un ámbito de chismes y pasillos que no le llegan a la gente de la esquina, que sin nadie que le oriente atestigua la imparable carrera alcista del dólar.

A punto de llegar a su Tercer Informe, el presidente Peña Nieto sigue teniendo en la comunicación una agenda pendiente, sobre todo ante la falta de resultados contundentes, resultados como el de un crecimiento que no sea como el de los panistas, es decir, mediocre.

Twitter: @SalCamarena

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