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jueves, 25 de junio de 2015

Presidente, las hienas de todas formas querrán sangre...

Por Carlos Mota


Recuerdo que hace muchos años un periodista famoso de la TV –de esos que se asumen justicieros de toda la sociedad–, presentó un libro en la Casa Lamm con el que, según él, desenmascaraba a los políticos, y les exhibía en sus reales intenciones. Yo le pregunté si alguno de sus entrevistados había mostrado una sola cara, la única. Doctrinante, respondió que ninguno, que todos tenían doble cara, máscara.

Confieso que me cuestan trabajo estos periodistas. Percibo que muchos de ellos no tienen principios, sino que operan bajo el influjo de sus consignas, de los prejuicios con los que les adoctrinaron a desvelar siempre lo peor del ser humano, cual si ellos no lo fueran. Es verdad, el periodismo no debe servir al poder; pero no es periodismo el que todo lo descalifica, particularmente en el poderoso, porque, además, ese poderoso la gran mayoría de las veces es simple y llanamente un ciudadano que gustó de la política y por esa vía tuvo acceso a una posición de privilegio.

El presidente Peña no debe preocuparse por estos individuos. Estos periodistas / articulistas / analistas y cuentacuentos de lo negativo en realidad no representan a nadie, y no reflejan el verdadero sentir de la ciudadanía. Tan es así, que el electorado dotó al presidente con una mayoría (con alianzas) en la nueva Cámara de Diputados.

Pero los analistas de lo público seguirán ahí y el propio Peña les ha otorgado ahora un instrumento adicional para sus hipótesis: les dotó esta semana de un moderno sistema de acceso a la información pública, al instalar el Consejo Nacional del Sistema Nacional de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (SNT).

Este sistema tendrá muchos beneficios. ¿Un ejemplo? Se puso en funcionamiento la Plataforma Nacional de Transparencia, para garantizar que los grupos vulnerables puedan ejercer plenamente el derecho de acceso a la información, sin trabas ni restricciones. Peña Nieto pronunció las palabras mágicas esta semana: “estamos adoptando el modelo de Gobierno Abierto”.

Hay que resistir, presidente, porque siempre que se abren las puertas, las hienas entran a casa.

Habrá dos caminos inmediatos: el primero es el de los justicieros y vengadores autoproclamados. Usarán el sistema de transparencia para encontrar la toalla de 4 mil pesos; el hotel de Londres pagado en libras, el precio del auto blindado... Sus notas periodísticas serán pirotecnia. El segundo será el de los pensadores: los think tanks que pondrán dedos en llagas, sí, pero propondrán soluciones, y exigirán cuentas para que el servidor público eleve estándares. No hace falta decir que los primeros quieren sangre, siempre la querrán. Los segundos desean un mejor país.

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