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jueves, 14 de mayo de 2015

Mayorías 2015

Las novedades en la próxima elección intermedia son muchas: nueva legislación, nuevas autoridades, nuevos partidos, mayor fraccionamiento de la izquierda, candidatos independientes….

Por María Amparo Casar

Las preferencias, en cambio, se han mantenido relativamente estables durante las campañas y, curiosamente, también en relación a los resultados de 2012. Con pequeñas diferencias respecto al porcentaje de intención de voto, todas las encuestas. salvo la de Excélsior-BGC, coinciden en la posición de los partidos en la carrera electoral. Primero el PRI, seguido del PAN, PRD, Morena y en quinto lugar el Verde.
En 2012, los tres grandes partidos concentraron 76% de los votos y los cuatro pequeños el 19 por ciento. La suma de los votos nulos y no válidos fue de cinco por ciento. A pesar de que aquélla fue una elección presidencial en la que el candidato, supuestamente, tenía un efecto de arrastre, los números de hoy son similares a los que el lunes pasado reportaron Consulta y BGC: 72% entre los tres partidos mayores.
La incógnita es cómo quedará distribuida la Cámara de Diputados y sólo una de las casas encuestadoras nos ofrece un cálculo del número de asientos mínimos y máximos posibles. El cálculo no puede ser preciso, porque depende de cuántos distritos de mayoría obtenga cada partido.
Para los partidos grandes la inquietud es la misma: ¿habrá o no habrá mayoría en la Cámara? Unos, la ansían; los otros, quieren evitarla. El PRI sabe que por sí mismo no puede aspirar más que a ser la primera minoría. La incógnita es si puede obtener la mayoría y, de ser el caso, si necesita a uno solo de sus aliados o a los dos: el Verde y el Panal. Para el PAN y el PRD la preocupación es la misma, pero a la inversa. Impedir que el PRI —con sus aliados— alcance la mayoría.
Con los cálculos presentados por Consulta, caben las tres posibilidades. En el mejor de los escenarios el PRI y el Verde podrían tener 251 diputados. En el intermedio, el PRI, el Verde y el Panal alcanzan la mayoría y en el peor, los tres apenas suman 240.
¿Importan mucho las mayorías?
Algunos dirían que no es tan relevante, pues el partido del Presidente ya logró que se aprobara la mayor parte de las reformas que el Ejecutivo contemplaba como parte de su agenda legislativa y que, de todos modos, seguirá manteniendo el control, pues el Senado no se renueva.
Otros dicen que es muy relevante no sólo porque constituye una señal de aprobación, sino porque la siguiente batalla es la del presupuesto y el Presidente no quiere entrar en un toma y daca con la oposición.
En términos generales, la mayoría parlamentaria es conveniente, porque asegura el paso de iniciativas de reforma o los nombramientos a mayor velocidad y con mayor coherencia. Ayuda también a alinear la agenda legislativa presidencial con su proyecto administrativo. Tiene la desventaja de que se puede perder la pluralidad de una agenda en la que se contemplen los intereses de sectores más amplios de la población y, con ello, el desequilibrio social. Tener que negociar no siempre es malo.
Obtener la mayoría le hace más fácil la vida al Presidente y su partido en condiciones normales, pero México no está viviendo condiciones normales: la violencia sigue en niveles muy altos, la corrupción se ha disparado, la economía no despega, el empleo y los salarios no alcanzan y la pobreza no cede.
En el contexto actual preocupan, particularmente, dos cuestiones. La primera es la legitimidad con la que llegan los partidos a los puestos de representación popular.
No es una revelación para nadie el que un buen número de los ciudadanos que acudirán a las urnas lo harán o bien por el deber cívico, o bien, porque quieren evitar un mal mayor. Es cierto, la falta de legitimidad no es privativa del PRI. Aunque es el partido que mayor preferencia electoral recibe (31%), también es, paradójicamente, el más rechazado. De hecho, el rechazo a los tres principales partidos está inversamente relacionado a la intención de voto. El PAN y el PRD tienen una preferencia de 23 y 18%, respectivamente, y un rechazo de 37 y 35 por ciento.
La segunda cuestión que preocupa es la lectura que el Presidente y su equipo puedan hacer si obtienen la mayoría en la Cámara de Diputados. Conseguir la mayoría puede llevar al sobredimensionamiento de la victoria; a una confianza ficticia que confunda el triunfo con la aprobación en el ejercicio y la forma de gobierno. Peor aun, cuando hay descontento social y un cuestionamiento fuerte al régimen democrático, obtener la mayoría puede llevar al Presidente a encerrarse en su laberinto, a ignorar el ambiente de crispación y a despreciar a la oposición. A considerar que la crítica es tan prescindible como desdeñable y la corrupción una exquisitez del círculo rojo.
De alcanzar la mayoría lo harán de la mano del Verde. Que un gobierno que dice estar comprometido con la transparencia, el Estado de derecho y el combate a la corrupción se apoye en el partido más cuestionado y solape al partido más multado y menos respetuoso de la legalidad y la institucionalidad no habla bien de la que, según las encuestas, seguirá siendo la coalición gobernante.


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