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viernes, 30 de enero de 2015

LA CARTA

Por Elios Edmundo Pérez Márquez

De la interminable lista de dislates y tonterías que ha cometido desde que, Carlos Navarrete, es presidente del PRD, cabe destacar la famosa carta que, previo a su renuncia, le envío al senador Alejandro Encinas.

Esto no significa que, antes, Navarrete no hubiera cometido tonterías; simplemente que, al no tener un cargo de relevancia y carecer de talento, sus declaraciones y boberías, no afectaban ni llamaban la atención de nadie; en cambio, hoy, ostentando el cargo de presidente nacional del PRD, los reflectores están sobre su persona y, tanto los medios, como mucha gente, están al pendiente de su gazapos, que no han sido pocos, sobre todo, tomando en cuenta que no tiene más de seis meses en el cargo.

Sin embargo, a reserva de analizar lo anterior en próximas entregas, hoy, valdría la pena analizar la famosa carta, en la que, el flamante presidente del PRD, pone en evidencia, no sólo sus limitaciones gramaticales, sino su rencor y resentimiento contra el senador, de aspecto tan bonachón que, sin querer nos remonta a la navidad y nos trae a la mente la imagen de Santa Clos.

En la carta de marras, Navarrete pretende humillar, ofender, agraviar y hasta denostar. Sin embargo, son tantas sus limitaciones literarias y tan escaso su talento político que, como ya se ha mencionado en otros espacios, más que el reclamo de un político a otro, parece una persona despechada, que le reprocha a su amante por haberlo abandonado en mitad de la noche.

La carta es absurda, tanto en la forma como en el tono, además de que, como dicen los abogados, no fue presentada en “tiempo y forma”, ya que se dio a conocer, cuando el senador aun no hacía pública su renuncia al PRD, y sólo existían rumores acerca de su separación; lo cual, indica que el señor Navarrete es asiduo a la rumorología o, tal vez, después de un concienzudo análisis, llegó a la conclusión de que Encinas iba a renunciar y pretendió señalarlo “con índice de fuego”, esperando que, con eso, rectificara su decisión y echara reversa.

Sí. La renuncia de Alejandro Encinas, estaba largamente anunciada, y se esperaba de un momento a otro. Sólo a Navarrete se le ocurrió escribirle una carta de despedida, en la que, palabras más, palabras menos, expresa: “En realidad te vas del partido del que, desde hace tiempo ya no participas”.

Carlos Navarrete, es el menor de los llamados “Chuchos”; el que está formado en tercer lugar, el que llega después de que, los otros dos, se van; el que tiene que cargar con los pecados y pagar los platos rotos, pues una cosa no se puede negar: tiene dura la piel y está dispuesto a salvar el honor y la reputación de sus mentores, que lo hicieron diputado, secretario general, senador y presidente, a pesar de su limitaciones y escaso talento y, a pesar de que su mayor anhelo, en la vida, era ser cantante de ranchero, como su paisano, José Alfredo Jiménez.

Por supuesto, no conoce a su partido; no sabe, por ejemplo que, en Ecatepec, ya nadie milita en el PRD y que su corriente, la mal llamada Nueva Izquierda, es la responsable de tal hacho. De saberlo, tendría que escribir miles de cartas de despedida, tanto para los que se han quedado sin participar, como los que participan sin haberse quedado, y no le alcanzarían las palabras para expresar los reproches.

No es dudarse que, en lo formal, Carlos Navarrete, habrá de ser el último presidente del PRD aunque, en los hechos, nunca lo habrá sido y, muy probablemente, ni cuenta se dará. Su estilo folklórico, su ausencia de talento, sus limitaciones, falta de imaginación y esa gran necesidad de hacer declaraciones y escribir reproches, lo superarán y pondrán en evidencia, cuando que, callado, se ayudaría más.

Es el comienzo apenas. Sus hermanos mayores, tratarán de ayudarle aunque, alguno de ellos, también se las gasta y ha sido capaz de señalar como”el anticristo” a conocido lector de noticias de la televisión y, luego, desdecirse.

En el caso de Carlos Navarrete, obviamente, será mucho más grave y, no sólo tendrá que desdecirse, cada vez que abra la boca o arrastre el lápiz sobre el papel, sino que, como en esta ocasión, le tendrá que escribir a los Santos Reyes, pues ha perdido el afecto de Santa Clos.

eliosedmundo@hotmail.com

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