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viernes, 7 de noviembre de 2014

¿Qué hacer?...

México, D:F:- La crisis Iguala-Ayotzinapa y su secuela con la exitosa captura de la pareja Abarca Pineda, obligan al gobierno a plantearse ahora la clásica pregunta leninista: ¿Qué hacer?

A continuación, algunas respuestas recogidas en tertulias y cafés de la sociedad civil:
—Establecer y deslindar las responsabilidades individuales, municipales, estatales y federales de lo ocurrido la noche triste de Iguala.

—Aplicar escrupulosamente los protocolos del debido proceso a todos los acusados.

—Aceptar que algo salió muy mal para haber llegado hasta aquí.

—Aceptar que hay que realizar cambios en la estrategia del gobierno federal.

—Hacer autocrítica a partir de lo que salió mal: ¿quiénes fallaron y por qué?

—Revisar los canales de información y decisión de lo que salió mal.

—Revisar la calidad de los recolectores de información, los analistas de la misma y los tomadores de decisiones.
—Reconstruir documentalmente lo que ocurrió antes, durante y después del 26 y 27 de septiembre en Ayotzinapa, Chilpancingo e Iguala, y publicarlo.

—Tener un diagnóstico de la situación académica, social y política de los alumnos y las autoridades de la normal de Ayotzinapa y de todas las normales rurales del país, y publicarlo.

—Dar a conocer quiénes encabezan y cuáles son los planteamientos de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas que dirige a los normalistas rurales del país desde hace décadas, y publicarlo.

—Realizar una amplia consulta pública para conocer cómo se puede mejorar el desempeño de las normales rurales y de sus egresados. Y publicar sus trabajos.

—Tener lista una estrategia veraz de comunicación, tanto si aparecen los normalistas vivos o muertos.

—Continuar con el diálogo público con la comunidad politécnica procurando dar respuesta positiva, cuanto antes, a las demandas académicas, de autogobierno y de ampliación de recursos.

—Anunciar un programa para iniciar la transparencia total en la red de todos los egresos del sector público.

—Propiciar la designación de un presidente de la CNDH verdaderamente solvente e independiente de la partidocracia.

—Asumir que un nuevo pacto solo entre el gobierno y la partidocracia será visto con gran desconfianza, por lo que hay que buscar nuevas formas imaginativas para convocar a la sociedad.

—Realizar un diagnóstico, por entidad federativa, de las fortalezas y debilidades de cada una en seguridad, corrupción e impunidad, y publicarlo.

—Realizar un diagnóstico de los municipios infiltrados por el crimen organizado, y publicarlo.

—Establecer una agenda de las tareas básicas a realizar en cada entidad por las autoridades locales, para garantizar la seguridad, la transparencia y el combate a la corrupción, y publicarlo.

—Establecer compromisos públicos medibles entre el Presidente de la República y cada uno de los gobernadores, ante la sociedad civil y los medios de cada estado para combatir el crimen y garantizar la libertad de expresión.

—Presentar ante la sociedad de todo el país una nueva convocatoria a fin de recibir propuestas para la nueva legislación y los nuevos procedimientos que garanticen que no vuelvan a ocurrir otros ayotzinapas o tlatlayas.

—Asumir que la sociedad exige que la escalera de la corrupción se limpie de arriba hacia abajo.

—Actuar con veracidad y honestidad en esta nueva estrategia, de tal manera que los corresponsales y las agencias extranjeras que operan en México certifiquen positivamente el esfuerzo y los resultados de la acción del gobierno.

—Garantizar desde ahora, al más alto nivel, el compromiso del gobierno federal para que las elecciones del año entrante sean limpias y democráticas; que sepulten para siempre las prácticas viciadas del viejo PRI y den absoluta legitimidad a la próxima Cámara de Diputados.

—Iniciar la construcción de la muralla institucional que separe radicalmente política y crimen; gobierno y corrupción; justicia e impunidad.

—Asumir que solo la verdadera transparencia en el manejo del dinero público y la determinación para mejorar los procedimientos de actuación podrán devolver al gobierno, los partidos y los políticos la autoridad moral fracturada.
Son reflexiones sin derecho de autor, oídas al pasar. Realizadas por ciudadanos de carne y hueso que padecen los efectos de la crisis y desean que las cosas mejoren.

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