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lunes, 5 de agosto de 2013

Operativos para robar, no para el bien común

“TU DEBER ES LUCHAR POR EL DERECHO, PERO EL DÍA QUE ENCUENTRES EN CONFLICTO EL DERECHO CON LA JUSTICIA, LUCHA POR LA JUSTICIA”.

EDUARDO COUTURE


Por Juan Pueblo

Ecatepec, México.- Dice mi abuelita que una tarde ideal de domingo, siempre es soleada, apacible y tranquila. Así es la tarde del domingo en que empezó la funesta historia real que a continuación vamos a narrar. Sucedió en algún lugar de Ecatepec, del cual no me quiero acordar. Transcurre de forma sosegada la tarde en el tianguis; esos lugares que deberían ser patrimonio cultural de México, pero que muchos ningunean, por su falta de memoria histórica. Recordemos Tlatelolco, el gran tianguis precolombino, donde se comerciaba con cacao.

A quienes nos gusta comprar, comer, chacharear, encontrarnos con nuestros vecinos y pasar un rato con la familia caminando y curioseando, vamos siempre que podemos al tianguis. El tianguis es un mundo aparte, es un espacio de gran tradición, lleno de bullicio, expresiones, intercambios, color, luz, movimiento, sonido, gentes de todo tipo, con puestos con toda clase de mercancías, donde puedes negociar el precio y sentirte ganador, cuando consigues una pequeña rebaja, nada que ver con los fríos centros comerciales.

En esas estábamos mi familia y yo; cuando de pronto se sintió un oleaje, primero, de inquietud, después de temor y, finalmente, de ira colectiva. Sucede que por todos lados empezaron aparecer Policías estatales y agentes ministeriales, todos armados hasta los dientes con armas largas; hay quienes dicen que eran cuatrocientos, otros que seiscientos elementos, toda una fuerza, lista para enfrentar, seguramente, algún peligroso narco, alguna banda extorsionadora, acaso a nefastos secuestradores o peligrosos robacoches.

¡Que seguros nos sentimos algunos! Ingenuos que leímos a Couture, a Aristóteles, o a todos aquellos autores que nos hicieron creer que la justicia se sobrepone siempre a todo. ¡Para nada era así! De pronto, vimos, con gran sorpresa y decepción, que el objetivo de tan descomunal fuerza era “los peligrosísimos comerciantes”, pues los heroicos agentes ministeriales y Policías Estatales, a los que ya habíamos reivindicado de sus cínicos y nutridos robos en la Avenida Central a los automovilistas, empezaron a golpear comerciantes.

De forma totalmente salvaje, arbitraria y retrograda, avanzaban pateando personas y mercancías, dando culetazos y puñetazos a diestra y siniestra, saqueando y robando todo lo que podían. ¡Pues, acaso no representan la justicia y pueden hacer lo que les pegue la gana! rociando a otros con gas lacrimógeno, sembrando el pánico, el caos y el temor.A quienes se les ocurría alzar las manos para protegerse de la andanada de golpes, eran arrastrados y detenidos, después, pedirían cifras estratosféricas para liberarlos.

¡Caray, que grandes instituciones policiacas tenemos! Después de controlar el entorno, llegó el autor del operativo, antes no, que tal si un mortífero jitomatazo impacta en su muy fea y mugrosa humanidad. Entró, con grandes posees de Virrey, y hasta cierto punto lo parecía, pues su tosca, grosera, prepotente y obesa figura lo ayudan mucho a parecer lo que dijo la gente que es:“Un farsante simulador del Derecho, que se aprovecha del mismo para saquear y arrebatarle a las personas, lo que logran con su esfuerzo”.

Es el nuevo y flamante Ministerio Público Federal, ya ven que nos mandan cada “joyita”. Se llama Octavio Zúñiga, según dicen algunos que dijo: Que viene a combatir la delincuencia, pero parece que anda un poco extraviado. También dice el pueblo que aseguró que tiene todo el apoyo de los altos y medios mandos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana o Policía Estatal, “pues reciben lo suyo”. Espeto, nos aseveró otro ciudadano, “que está bien palancas con sus jefes y que haga lo que haga no lo van a mover”.

Quiere, para dejar trabajar en paz a los tianguistas, la cifra de $400. 00 (cuatrocientos pesos 00/100 M. N.) diarios de renta; a dicho Atila, no le importa que a los comerciantes ya los extorsione el crimen organizado. “Él es aparte y viene por lo suyo”; de no ser así, estará constantemente llegando a los tianguis con sus hordas de heroicos y bien portados policías estatales y Ministeriales a fustigar y saquear tianguis, como ya lo hizo en Ecatepec, Zumpango, Tecámac y otros Municipios más.

Lo triste de todo este asunto, es que mientras el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto se esfuerza por combatir la pobreza, el hambre, la desigualdad y la injusticia; otros patanes provocan que muchas familias pasen días aciagos por tener familiares lesionados, detenidos injustamente y su fuente de trabajo deshecha por haber sido desvalijada o simplemente destruida por la rapiña y brutalidad de quienes deberían protegernos. Los Ecatepequenses, en particular los comerciantes no pierden la esperanza.

La esperanza de que el Presidente Peña Nieto; el Gobernador Eruviel Ávila; el Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos pongan en orden a este energúmeno: Un Ministerio Público, es una representación social al servicio de la protección de los bienes de la comunidad, no alguien que pueda venir a cometer abusos de autoridad y atrocidades, como lo viene haciendo este remedo de huno.Es tiempo, de que en México, vivamos en paz y de forma productiva, rechazando poderes salvajes, sin sustento legal alguno.

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