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lunes, 17 de junio de 2013

Padres adolescentes...

derriban prejuicios

Ejercen la paternidad demostrando que no son irresponsables ni inmaduros

México DF.- Detrás de la paternidad adolescente existe un mundo por descubrir y estudiar. Algunos en páginas de internet lo llaman “el mundo silencioso”, porque sobre estos jóvenes se sabe muy poco. Y a pesar de que en México son dos millones de jóvenes entre 15 y 19 años quienes tienen al menos un hijo, más de uno los relega y considera hasta irresponsables.

Las historias de los padres adolescentes Brian Escamilla y Emil Marin son la muestra de que la edad no es impedimento para ser lo que ellos llaman un buen papá: responsable y amoroso.

Pero ganar la batalla de criar y mantener un hijo en plena adolescencia representa enfrentar una guerra contra toda una sociedad que confía poco a nada en ellos.

Un estudio estadunidense publicado por el Journal of Adolescent Health identificó varios obstáculos que dificultan el vínculo de un papá adolescente con su hijo: la falta de dinero del joven, su desconocimiento sobre la crianza y la escasez de instituciones o redes de apoyo emocional que incentiven su participación como padre.

Y es que en un estudio chileno se encontró que era cinco veces más probable que el padre apoyara al niño si tenía trabajo.

Desde los primeros días que Brian supo la noticia del embarazo de Fanny, buscó trabajo. Eso, ir a tocar a las fábricas para que lo contrataran y decirle a sus papás que a sus 17 años tendría un hijo, eran las dos cosas que más miedo tenía de enfrentar.

“Me daba miedo que en las fábricas me preguntarán qué sabe hacer y yo respondiera nada”, dijo Brian.

De ser un hijo de familia, estudiante de preparatoria e indispensable en todas las fiestas, se convirtió en obrero.

En un trabajo realizado en la Universidad de Chile llamado Paternidad adolescente, el grupo de padres jóvenes sostuvo en su mayoría (83.5%) que apoyaría a su pareja en lo afectivo y en lo económico y la mitad sostuvo que reaccionó feliz ante la noticia.

En dos años Brian ha hecho de todo, desde ser repartidor de una carnicería hasta acomodador de ropa en un supermercado y vendedor en una cadena de zapatos. Siempre buscando un mejor sueldo y seguridad social para su hijo.

Y la seguridad social es la que más pelea, pues los sueldos son bajos en una empresa para un adolescente, como 850 pesos a la semana por más de ocho horas diarias —lo cual le dificulta bastante combinarlo con la escuela—. A veces el contrato especifica que para tener derecho a vales de despensa y al IMSS deberá transcurrir más de un año laboral.

Sólo uno de cada dos papás adolescentes que trabajan está afiliado a una institución de salud, de acuerdo con un estudio del Consejo Nacional de la Población (Conapo).
Por esta razón, Fanny, al momento del parto, se hizo pasar por madre soltera ante las autoridades del hospital para que tuviera derecho a ejercer el Seguro Social de su papá, porque la afiliación de Brian simplemente llegaría demasiado tarde.

Brian se perdió esos primeros instantes en la vida de Michael por la falta de seguridad social. Desde que su hijo estaba en el vientre, él decidió que se llamara igual que el cantante estadunidense (Jackson) y el ex basquetbolista de Chicago (Jordan), porque pretendía que lo caracterizara el significado del nombre: poderoso y el que siempre persigue sus metas.

Un estudio en padres adolescentes mexicanos encontró que aquellos que habían participado en el parto manifestaban tener un sentimiento paterno alto, estar conformes con el sexo del bebé y querían compartir con sus parejas el cuidado de su hijo y estaban dispuestos a tomarlo entre sus brazos.

Aunque Brian no vio el instante del alumbramiento, siempre piensa que desea darle a Michael todo lo mejor y aquello que hasta sus padres no pudieron ofrecerle.

Al bebé lo viste con la ropa de moda, con unos jeans de colores, por ejemplo, y unos tenis tipo Converse. Le gusta traerlo muy limpio, abrazarlo, y critica a los papás que les pegan a su hijos. Recuerda perfecto el primer día en que lo llamó papá: fue mientras lo grababa sonriendo en en celular y el bebé lo llamó para pedirle su teléfono.

Brian, cuando supo que sería papá, soñaba con que fuera un niño para jugar con él futbol.

Fanny asegura de su pareja que es un padre extraordinario: “Lo cuida, es responsable y juega mucho con él”, contraponiendo esa imagen del joven irresponsable que abandona a la novia embarazada que la sociedad suele tener.

Este padre adolescente sabe que esperará muchos años más para tener otro hijo y entonces lo hará planeado hasta que se establezcan económicamente y puedan regresar a la escuela y terminar sus estudios, pero también agradece la llegada de Michael, porque sin él, asegura, tal vez ahora sería un vago y amigo de malas compañías, como viciosos o delincuentes.

“Existe un discurso de los jóvenes que manifiestan que el embarazo posibilita encontrar un lugar de su rol de padre, encontrarle sentido a la vida, incrementar la esperanza de tener un futuro mejor, aumentar su autoestima y la responsabilidad”, concluyó Denise Benatuil, de la Universidad de Palermo, en su investigación Paternidad adolescente ¿Factor de riesgo o resiliencia?

Cada peso extra que gana por la venta de tabaco Emil Marin, de 19 años, lo envía desde Cluj Napoca, Rumania, hasta México, para contribuir con los pañales de su bebé Ambrot. A veces llegan 20 o 30 euros en una semana.

Hace casi dos años se enamoró de Lizbeth a través de internet y decidieron conocerse en España, fueron pocos meses de romance y ahí concibieron a Ambroth.

Como el embarazo de Lizbeth era de alto riesgo, ella se regresó a la Ciudad de México y luego de la crisis económica en España, Emil volvió a su tierra natal.

Ambroth ya tiene 11 meses y sólo conoce a su padre por video

llamada. Tres veces ha estado a punto de venir de Rumania a criarlo, pero cada vez que que reúne el dinero aumenta el precio del vuelo; de 10 mil pesos pasó a 15 mil y luego a 20 mil.

“Es feo ver crecer a tu hijo solo y a un papá que está desesperado por criarlo”, confesó Lizbeth.

Por fin, luego de casi dos años de estar lejos de su familia, a mediados de agosto, si todas las cuentas salen bien, estarán reunidos.

Y aunque por ser padres adolescentes han tenido que vencer más dificultades, también ha sido la mayor bendición y felicidad para estos jóvenes que muy merecidamente celebrarán su día.

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