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martes, 19 de marzo de 2013

Atingencia contra linchamientos

El fenómeno de la autodefensa

Por el Consejo Editorial de MEXIQUENSE y el columnista I. León Montesinos

Cuando a los problemas sociales se les encara de frente, sin dilaciones y con el mejor instrumento para buscarles una solución integral como lo es el diálogo, los resultados siempre son positivos. Y nos parece que el tratamiento que la administración municipal del maestro Pablo Bedolla López dio al problema del linchamiento del presunto delincuente y secuestrador, Axel Cisneros Gutiérrez, ocurrido el pasado miércoles 14 en la Plaza Pública de Santa María Chiconautla, puede servir de ejemplo de cómo enfrentar situaciones extremas donde las personas buscan hacerse justicia por propia mano, desgraciadamente, a veces llevadas por la ira y el coraje, más que por la comprobación de hechos y pruebas constitutivas de un verdadero delito.

En una acción coordinada entre las policías local y estatal, se logró el rescate del joven para primero, llevarlo a un nosocomio donde fue atendido de las múltiples heridas inferidas por los pobladores; y después, iniciar las investigaciones pertinentes del caso que permitan saber con certeza el grado de responsabilidad o no, que el presunto detenido pudiera tener en hechos delictivos cometidos en esa zona de Ecatepec, donde se rescató con éxito a una jovencita secuestrada por maleantes dedicados al lenocinio y tráfico de blancas. Ya plenamente identificados y consignados.

A nadie escapa en el país que el temor, el hartazgo y la consecuente ira social se han reflejado también en la aparición de los llamados grupos de autodefensa que han surgido en zonas aisladas de estados como Michoacán, y a últimas fechas en Guerrero, hasta donde personajes como el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Raúl Plascencia Villanueva, han viajado para entrevistarse con los molestos pobladores que han recordado de viva voz, al ombudsman nacional, sus añejos reclamos de justicia nunca atendidos por las autoridades y sus razones de peso para no sólo enfrentar a la delincuencia organizada sino a los propios cuerpos policiales convertidos en aliados de los mafiosos.

Pero también en muchas colonias del Distrito Federal como en las de municipios conurbados como Ecatepec, los vecinos han empezado a organizarse ante los desbordados índices de criminalidad, ya sea colocando alarmas y mantas con claras advertencias a los criminales, o buscando mecanismos de alerta para unirse en caso de una agresión.

El fenómeno social del linchamiento tiene como común denominador la impotencia y el coraje almacenado por la sociedad, y como uno de sus detonantes, hay que reconocerlo, la apatía de las algunas malas autoridades por escucharla. Recuerdo el terrible acontecimiento ocurrido en noviembre del 2004 en el pueblo de San Juan Ixtayopan, en la delegación Tláhuac, cuando tres elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP), fueron confundidos con maleantes que habían cometido diversos delitos en ese lugar, mismos que fueron amarrados y brutalmente golpeados al extremo de que dos de ellos, fueron quemados vivos.

Las terribles escenas que dieron la vuelta al mundo, costaron el cargo como entonces jefe de la policía capitalina a Marcelo Ebrard, al demostrarse que el funcionario no actuó con la celeridad que requería la emergencia. Él único sobreviviente, narró el infierno que vivieron los policías federales a quiénes nadie quiso escuchar a pesar de habérseles encontrado sus respectivas identificaciones. Es cierto, como dice el refrán, la justicia popular suele ser implacable, pero a veces ciega.

Hay casos donde, en efecto, se ha sorprendido in fraganti a los malhechores y la justicia popular ha actuado en base a su descontento porque ha sucedido que muchos criminales reinciden una y otra vez, saliendo de la cárcel como Pedro por su casa, y en el peor de los casos, ni siquiera son sancionados por estar coludidos con autoridades corruptas, paseándose con toda impunidad frente a una sociedad agraviada. Fue éste, por desgracia, el caso de Ixtayopan, donde los habitantes se cansaron de poner denuncias y denuncias sin que los encargados de cuidar el orden e impartir justicia movieran un dedo a su favor.

Por ello, es importante darle la lectura exacta a la actitud responsable asumida por el ayuntamiento de Ecatepec en el asunto de Santa María Chiconautla donde, al actuar con oportunidad, no sólo evitó lo que pudo desencadenar en una tragedia de mayores proporciones, sino que, de manera conjunta, sociedad y autoridades, entablaron un diálogo abierto y de frente para buscar alternativas de solución a la demanda de seguridad, también de los moradores de Santo Tomás Chiconautla y Ciudad Cuauhtémoc, sobre en todo en las escuelas a las que acuden sus hijos.

En éste espacio hemos comentado de manera reiterada la necesidad de tender los puentes necesarios para hacer efectiva una coordinación entre la estrategia y programas de seguridad de las autoridades con las necesidades, reclamos y puntos de vista de la ciudadanía para su protección; el operativo y el acuerdo aplicados con éxito en el asunto de Santa María Chiconautla debe ser referente y paradigma a aplicar en todo el municipio, como un mecanismo permanente de diálogo con la sociedad, misma que, estoy plenamente convencido, desea cooperar y participar con sus autoridades en el combate a la delincuencia.

Lo único que desea es precisamente que existan compromisos como el pactado hace unos días, donde a través de la denuncia ciudadana y el trabajo serio y profesional de los órganos policiales, se logren exitosas investigaciones como la que condujo a la detención de los cuatro implicados en el secuestro de la jovencita de 15 años rescatada en un domicilio de la Cerrada del Árbol de Santo Tomás Chiconautla, y cuya madre agradeció al gobierno municipal su desempeño y colaboración para la liberación de su hija.

Importante señalar que en éste primer acuerdo en firme que se da en pro de la sociedad ecatepequense, colaboraron no sólo los responsables de seguridad pública sino funcionarios municipales de áreas relacionadas con asuntos educativos, bajo cuya operación se convocó tanto a directivos de los planteles como a los padres de familia que signaron el trascendente acuerdo.

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