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miércoles, 25 de julio de 2012

Los nimis mexicanos trabajan y no avanzan

Un nimi (Ni Mil Euros al Mes de sueldo) es ser un joven que trabaja o estudia pero que de cualquier manera “siente que camina hacia atrás”.

México. DF.- Ser joven en México es una de las situaciones más difíciles hoy en día. No sólo son la “cara de la pobreza”, como señala Alfredo Nateras, investigador de culturas juveniles de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Iztapalapa, sino que se enfrentan a una crisis educativa y de modelos que no les permite construir un futuro.

El investigador explica que el modelo económico construido desde hace cuatro décadas no ha funcionado, es más, se está derrumbando en Europa y en México. Pero aquí, los jóvenes tienen pocas opciones: un empleo formal con salarios muy bajos, el desempleo o un empleo informal e inestable, incluido el narcotráfico, actividad que “ya les ofrece sueldos mensuales que duplican la oferta del Estado”.

“Son jóvenes que no sólo tienen cierta educación, sino que sienten que ese saber está amenazado… no les es fácil conseguir empleo y enfrentan la torpeza del poder que no los escucha, por el contrario, los relega y cuestiona lo poco que les queda de identidad, el ser estudiantes y seres que piensan. Por eso se enojan y manifiestan”, dijo Nateras.

Son los nimis mexicanos, término surgido en España, donde un nimi (Ni Mil Euros al Mes de sueldo) es ser un joven que trabaja o estudia pero que de cualquier manera “siente que camina hacia atrás”.

“En México, en lugar de euros serían dos o tres salarios mínimos al mes, es decir alrededor de seis mil pesos, que no les permite imaginar o construir un futuro, sólo viven en el presente”, sostiene.

Nateras explica que en nuestro país “los porcentajes son pavorosos: 35 por ciento de la población en México son chavos; de ellos siete millones no estudian ni trabajan; 60% de las personas encarceladas son menores de 30 años y más o menos 10 millones de jóvenes en edad de ir a la escuela no lo hacen y lo más sorprendente es que la primera causa de deserción no es el tema económico sino que la escuela no les dice nada”.

Es una generación que pareciera no poder insertarse en el ámbito educativo, laboral, no cuentan con seguro social –por los empleos que generalmente son informales o temporales-, no tienen muchos espacios de recreación.

Son jóvenes que permanecen con sus padres por más tiempo. Antes, ser joven abarcaba hasta los 29 años, tomando en cuenta que máximo en esa edad ya habían logrado independizarse y formaban incluso su propia familia.

Ahora, el espectro se alarga hasta casi los 35 años porque no encuentran opciones y la lucha ya no es la independencia del hogar, sino al menos permanecer, no ser excluidos, que no los borren.

Decepcionados del jefe y la oficina

Paola tiene 27 años, estudió comunicación en una escuela privada. Después de algunas decepciones en empresas, ahora es freelance.

“Fui siguiendo los pasos que la sociedad pide. Sales de la escuela, encuentras trabajo -que fue fácil para mí-, pero me encontré con situaciones difíciles, de pronto nos corrieron y eso hace que pierdas la fe en que pueda funcionar una institución y tratar de ser parte de eso con ciertos valores y normas.

“Después en otro trabajo que estaba muy bien, me estaba desarrollando, hubo una crisis y como mi contrato era temporal, nos cortaron a los temporales. Después en otras empresas no cubrían esos requisitos de respeto a tu vida personal, a tu tiempo”, comparte

Paola cuenta que tanto cambio de empresas tenía que ver con que no eran cubiertas sus expectativas. Se convirtió en un agobio: “Te quitan la vida… Si la empresa se organiza uno podría trabajar ocho horas y cumplir con los objetivos, pero hay lugares en donde te ven mal si te vas a las seis de la tarde y yo cuestiono por qué si puedo cumplir, me hacen quedarme más tiempo”.

Por eso decidió ser freelance. Su sueldo es variable, pero ganó libertad.

La pobreza tiene cara de joven

“En México, hay un millón y medio de adolescentes y jóvenes que carecen de empleo, es un 57 por ciento de todos los desocupados del país”, dice Nateras.

De acuerdo con el documento Juventud y trabajo decente en América Latina publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “la precariedad de los jóvenes que trabajan es elevada… 31.5 por ciento de los jóvenes que trabajan cuenta con seguro de salud, 37% está afiliado a pensiones y casi el 44% trabaja más de 48 horas semanales”.

Además, sólo 30% tiene contrato permanente; 11% tienen contrato temporal y 58% trabaja sin contrato.

El Consejo Nacional de Población, en su reporte titulado La situación actual de los jóvenes en México, fechada en el año 2010, indica que “a mayor escolaridad se presenta mayor desempleo”.

Alberto Tovar Castro, catedrático del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, precisa que 35 por ciento de los desempleados tiene estudios medios superiores; y 29 por ciento de la mano de obra se ubica en el sector informal.

Terrible alternativa: el narco

Nateras y Tovar Castro advierten que la falta de oportunidades de empleo digno para los jóvenes puede orillarlos a enfilarse en la delincuencia.

Según el sociólogo de la UAM, organizaciones civiles reportan hasta 70 mil jóvenes trabajando con el crimen.

En Juárez, relata Nateras, ya hay voces que afirman que los narcotraficantes ofrecen salarios quincenales de unos cuatro mil pesos, “independientemente del trabajo… y si eso lo comparas con el proyecto neoliberal de dos mil pesos, es fácil deducir que mejor me voy con los otros”.

Si bien los jóvenes de menores recursos y educación son los que más ingresan al crimen organizado, “en la zona fronteriza hay jóvenes universitarios o de clase media o alta que se involucran”.

Nateras indica que esto se debe también a la falta de un modelo de vida con el que puedan identificarse. El “narco”, para las mujeres y también para los hombres, es la retraducción de lo masculino.

“Al trabajar para el narco obtienes dinero, mujeres, reconocimiento, prestigio, todo eso que las instituciones actuales ya no están dando.”

Ni estudian...

Los jóvenes ahora no le encuentran mucho sentido a ir a la escuela, señala Nateras; salvo por las clases sociales de menores ingresos, para quienes representa un cierto prestigio social, para el resto, la escuela ofrece conocimientos alejados de lo que les es útil al buscar empleo.

“Gran parte de las escuelas son muy autoritarias respecto a prácticas culturales: no están comprendiendo las autoridades escolares a sus alumnos, hay una disputa muy fuerte porque se tatúan, se perforan, por la vestimenta, sus diseños corporales, los maestros no comprenden qué es eso de ser emo o fresa”, dice el experto.

De este modo, la escuela sólo tiene sentido como un lugar en el que se puede socializar o un lugar de tránsito para los jóvenes de clases altas.

¿Y entonces?

Cada año, migran del país hasta 220 mil jóvenes.

A pesar del panorama, Paola considera que la crisis representa oportunidades.

“Cuando no funciona algo siempre hay que pensar en otras opciones, tengo opciones de entrar a trabajos formales, pero no me siento a gusto, hasta que me identifique”, comparte.

“Quiero trabajar para que eso pase y creo que sí se puede, siempre hay un nicho de mercado, siempre hay un mercado en una ciudad con tanta gente. Uno empieza a buscar fuera de la caja. Creo que estamos buscando nuevas opciones todos”, dice.

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