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lunes, 23 de enero de 2017

Peña Nieto por Arturo Montiel






Enrique Peña Nieto y Arturo Montiel. Fuente: quien.com
En su libro Desde Atlacomulco, Arturo Montiel Rojas, polémico ex gobernador mexiquense, padrino e impulsor de la trayectoria de Enrique Peña Nieto describe y recuerda en varias páginas que la carrera política y hasta la vida del padre del actual mandatario del Estado de México están estrechamente ligadas con él.
Lo mismo documenta con un extenso árbol genealógico que Peña Nieto no es su sobrino sino un “pariente lejano” y también recuerda que él fue quien lo incorporó al gabinete, lo hizo secretario de Administración, diputado local y coordinador de la bancada del tricolor en el Congreso mexiquense.
Sobre todo, Montiel puntualiza que como “militante y líder” del PRI estatal, él fue clave para la nominación de Peña Nieto, en enero de 2005, a la gubernatura.
Aquí algunas partes de las remembranzas montielistas:
El Ford Galaxy. El papá de Peña Nieto.
Montiel relata una anécdota que acontece en la carretera de la Ciudad de México a Atlacomulco. El viajaba con su hermana. Vieron cómo un Ford Galaxy que iba a alta velocidad se cayó en una barranca de 20 metros de profundidad. Montiel rememora:
“Bajé hacia donde estaba el vehículo. El conductor había sido arrojado hacia el lado de la guatera del automóvil, de cabeza y con los pies en el volante; me asomé por la ventanilla y me di cuenta de que era el ingeniero Enrique Peña del Mazo. Abrí como pude la ventanilla, estaba semiconsciente, tenía comida en la boca y eso le obstaculizaba respirar; se la extraje y lo enderecé. Logré sacarlo del automóvil, le pedí a gritos a mi hermana que buscara entre sus cosas alcohol para reanimarlo. Poco a poco lo subí, arrastrándolo con dificultad porque el suelo estaba resbaladizo. El ingeniero seguía inconsciente, pero respiraba; ya no tenía la cara roja ni espuma en la boca. Lo subimos al Volkswagen, lo acostamos en el asiento de atrás y le dije a mi hermana que lo atendiera. Volví a bajar para recoger los documentos del automóvil, su portafolio y una maleta.
“-Hay que llevarlo al doctor –me urgió mi hermana y nos trasladamos rápidamente a Atlacomulco.
“Llegando a casa lo pusimos en mi recámara y le hablamos al doctor Julián González Méndez para que lo revisara. Mi mamá le habló a doña Lolita del Mazo para decirle que su hijo había sufrido un accidente, pero que mi hermana y yo lo habíamos rescatado a tiempo, teníamos a su hijo recuperándose y con bien, que no se preocupara.
“La fortuna favoreció al ingeniero, ya que se iba a casar el sábado siguiente con Socorro Nieto Sánchez. Don Enrique Peña del Mazo nos agradeció siempre esta acción. Sin duda, la suerte y la Providencia coincidieron en ese instante, ese día y esa carretera” (p. 31).
El “Parentesco lejano”
En la página 54, como anexo al final del capítulo, Montiel hace un enredado recuento sobre la genealogía de su familia, así como de los Peña Del Mazo y de los Nieto Sánchez para demostrar que “mi parentesco con el gobernador es lejano”.
Como en la saga de los Buendía en Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, en Atlacomulco las familias se entrelazan así:
“Los Montiel somos una familia muy numerosa. En su tronco se encuentra mi tatarabuelo, don José Vicente Montiel, y sus hijos, Marcelino Montiel y Jesús Montiel Reyes. Jesús Montiel, mi bisabuelo paterno, tuvo dos esposas; con una de ellas, Paula Flores, procreó a mi abuelo, Abdías Montiel Flores, el cual contrajo nupcias con María Teresa Monroy Guadarrama; éstos tuvieron como hijos a Margarita, Esperanza, David y Víctor Gregorio Montiel Monroy, mi padre, quien a su vez, se casó con doña Delia Rojas García.
“Del segundo enlace matrimonial de mi bisabuelo, con María de Jesús Olmos, nació Maximino Montiel Olmos, que a su vez, procreó a Juan, Rafael, Nicolás, Maximino, Ana y Guadalupe Montiel Flores. Es decir, que mi abuelo Abdías Montiel fue medio hermano de Maximino Montiel Reyes, el otro hijo de don José Vicente Montiel Rodríguez, tuvo como hijos a Marcelino Montiel Bermúdez, quien procreó a León Montiel Sánchez, cuya hija, Efigenia Diana Montiel Sánchez, se casó con Marcelino Nieto; de este matrimonio nació Constantino E (por Enrique) Nieto Montiel, padre de doña Socorro Nieto Sánchez, quien es la progenitora del actual gobernador”.
Esta versión de Montiel precisa lo que ni el propio Peña Nieto ha querido o podido aclarar sobre su vínculo familiar con su antecesor y padrino político. El martes 1 de febrero de 2005, para negar el parentesco con Arturo Montiel, Peña Nieto como candidato del PRI declaró: “Mi abuelo se llama Enrique Nieto Montiel, y eso los hace suponer… En Atlacomulco, como ocurre en muchos lados, los apellidos se repiten y eso los hace suponer. Esto no se gana con apellidos, no soy pariente del gobernador”.
Con el periódico Reforma, Peña Nieto dio una explicación enredada de su propio árbol genealógico:
“Yo mismo no lo conozco. Me parece que es un tema de comprobarse. Fíjate que mi bisabuelo… realmente no sé cómo se llama mi bisabuelo. Efigenia (sic) creo que se llama mi abuelita. Habría que buscarle, yo no lo identifico más allá de mis abuelos, quiénes son, pero tampoco me opondré a que alguien hiciera la investigación, que la trabaje y diga quiénes son”.
Francisco Cruz y José Toribio Montiel, autores del libro Negocios de Familia, hicieron antes su investigación afirmaron que Peña Nieto tenía razón en lo de Efigenia Montiel Sánchez, “de la rama de los mismos Montiel antepasados del entonces gobernador Arturo” (Op. Cit., pag. 49).
Los Golden Boys
Montiel se refiere así al origen del grupo de jóvenes que llegó con él al gobierno del Estado de México.
En su campaña para la gubernatura, en 1999, “incorporé a una pléyade de jóvenes comprometidos, entre los que se encontraban el actual gobernador Enrique Peña Nieto, Carlos Iriarte, Javier Cruz Zepeda, Olga Navarro, Miguel Sámano, entre otros. De éstos, Olga Navarro merece un reconocimiento especial; una gran mujer que nunca puso un pero para cumplir una encomienda inteligente y comprometida, desafortunadamente murió en un accidente aéreo, malogrando una brillante carrera”.
“A este grupo se incorporó el ingeniero Manuel Cadena, quien no sólo había declinado a mi favor sino que desplegó su experiencia para desarrollar estrategias durante la campaña. Asimismo, se incorporaron Herberto Barrera y Yolanda Sentíes, quienes participaron activamente en construir el triunfo electoral.
“De igual manera, don Juan Monroy Pérez se encargó de las finanzas de los recursos para mover el aparato partidista. Un trabajo complejo que implicaba no sólo allegarse recursos sino distribuirlos y volverlos equipo, instalaciones, en fin, el soporte material de la campaña. Don Juan Monroy Pérez me pidió que lo ayudara en esa misión Enrique Peña Nieto. Con este grupo, leal y comprometido, enfrentamos el reto de la campaña” (p. 88).



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