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domingo, 13 de diciembre de 2015

Aniversario Luctuoso (1765-1815) 200 AÑOS

José Marie Teclo Morelos y Pavón
Primer visionario de México

Su política, de lo sencillo, hasta lo más complicado
Los Principios Constitucionales de 1814 los convirtió en la 1ª. Constitución de México.
Por: José Luis ITURRIAGA y HERNANDEZ
La madurez prematura envuelve la personalidad de José María Morelos y Pavón y su inquietud revolucionaria e independentista, lo lleva a la decisión de guardar sus ornamentos sacerdotales y esgrime la espada, pues está planamente convencido de la necesidad de un cambio radical en el gobierno de la Nueva España, por lo que se lanza a la lucha en pos de sus ideales. Desde mucho antes del fragor de las batallas, tiene ya pensado que es indispensable el cambio del sistema gubernamental. Aborrece determinadas características ignominiosas del régimen imperante, desigual y arbitrario, de beneficio exclusivo para selectas minorías que esclavizan a los demás. La existencia de castas le subleva; detesta mirar al indio o al mestizo sumidos en los campos bajo el yugo del europeo opresor; tampoco admite la selección español-criollo, vergonzosa por todos motivos para el nacido en su propio suelo y busca el método, la fórmula eficaz para dotar a la patria que vislumbra pujante, de un código de leyes y proyectos sencillos que con el tiempo se pulan y que en algunas ocasiones asombren al no poder ser superados.
IMPRESIONANTE PERSONALIDAD
Morelos era de mediana estatura, complexión robusta y de tez morena; ojos oscuros y limpios, rasgados y brillantes de mirada viva, profunda y extremadamente simpática; cejas pobladas y casi unidas que daban a su rostro una expresión de incontrolable energía. La forma de su cerebro nos revela la poderosa fuerza espiritual que poseía.
La barba, vigorosamente redondeada como la de César en las medallas romanas que llevan su efigie, contribuye a marcar su expresión de indomable voluntad; su aspecto grave y hasta sañudo, se modifica sin embargo, por una boca franca y risueña, resaltando del conjunto de sus facciones ese equilibrio armónico propio y digno de los grandes caracteres.
A la hora de combatir, por quienes lo observaron de cerca -según cuenta la historia-, sus ojos relampagueaban siniestros y su voz adquiría atronadoras inflexiones para animar a la tropa; en los demás lances de su ida, demostró una gran impasibilidad y su rostro el peligro con su enorme valentía, pedía que le sirvieran de comer –“los gusanos también tienen hambre”, -decía-, esto ocurrió en varios lugares como en Tenancingo, Oaxaca y el prolongado sitio de Cuautla. Para aquellos que no lo sabían, tenía por costumbre llevar atado a la cabeza un pañuelo –paliacate-, para defenderla del aire, pues sufría de continuos y muy fuertes dolores en ella.
Pero todo lo que nace tiene que morir y en el Prócer no fue la excepción.
El 5 de noviembre de 1815, Morelos fue capturado en Tezmalaca, Pue., por las tropas españolas al mando del coronel Manuel de la Concha; durante la marcha del Congreso del Estado de Guerrero hacia Tehuacán, las tropas realistas, situadas en el municipio guerrerense de Atenango del Río, supieron del desplazamiento de los insurgentes a Tehuacán, esto, debido a la traición de Matías Carrasco, ex colaborador de Morelos.(Tomado del libro “La Ruta del Sacrificio”, José Luis Gutiérrez Zavala).
Luego de su captura, Morelos y 200 prisioneros insurgentes más, fueron conducidos ante Manuel de la Concha, quien procedió a dictar el comunicado que se envió al Ministerio de Guerra, en Valencia, España y a la Ciudad de México. Asimismo, ordenó el fusilamiento de 150 de los 200 prisioneros insurgentes que acompañaban a Morelos, quienes fueron ejecutados en presencia del Prócer independentista; los 50 insurgentes restantes fueron enviados como esclavos a Manila.
TRISTE Y LENTA AGONIA
Desde el mismo día de su captura, hasta el 22 de diciembre, Morelos vive una agonía lenta a la cual se entremezclan la humillación y la deshonra; así, sufre Morelos 47 días lentos, tediosos, en los cuales deben habérsele multiplicado las visiones de sus hazañas, sus conflictos, sus privaciones; sentimientos todos, a la vez, inquietos, angustiados, ante la seguridad de su inminente final.
A pesar de que Manuel de la Concha pidió que el juicio se realizara en Puebla, Félix Calleja ordenó que fuera en la capital. El Siervo de la Nación, llegó a la Ciudad de México el 13 de noviembre de 1815. .
La madrugada del 21 de diciembre, Calleja dictó la sentencia de muerte para Morelos y el coronel De la Concha, su captor, fue el encargado de ir a la prisión y leerla a Morelos, quien la escuchó de rodillas. Recordaba entonces, que hacía 18 años, en esa misma fecha y de rodillas también, recibió la unción sacerdotal.
SU TRTASLADO A ECATEPEC
El viernes 22 de diciembre, alrededor de las seis de la mañana Morelos despertó, comió un pan con café y después fue encadenado de manos y pies; subió a una carroza custodiada por 50 soldados que lo condujeron a Ecatepec, donde fue confinado en un enorme cuarto mal oliente al interior de La “Casa de los Virreyes” –hoy “Casa de Morelos”-, en espera de la ejecución ordenada por Calleja. Ahí vivió las últimas ocho horas de su vida.
Después de comer –ya en Ecatepec y casi a las tres de la tarde-, Morelos conversó un poco con De la Concha y otro general, posteriormente se confesó. Antes de pasar al paredón, rezó el salmo 51, minutos después, tocaron los tambores. Morelos abrazó a De la Concha, se vendó los ojos, tomó un crucifijo y exclamó: "Señor, si he obrado bien, tú lo sabes, pero si he obrado mal, yo me acojo a tu infinita misericordia”.
Oficialmente, a las cuatro de la tarde del viernes 22 de diciembre de 1815, José María Teclo Morelos y Pavón había muerto tras pronunciar "Morir es nada, cuando por la Patria se muere." Antes, se había hincado con la espalda al pelotón y a la voz de mando sonaron cuatro disparos que no bastaron, luego una segunda descarga sellaba sus labios para siempre. El cielo de México se empaña cuando José María Morelos y Pavón “El Guía Real y Espiritual de la Independencia Nacional”, expira el 22 de diciembre de 1815
CERTIFICADO DE EJECUCION
México. 22 de diciembre de 1815.
En cumplimiento de la superior orden que V. E. se sirvió comunicarme la noche del 21 del corriente, salí a las 6 de la mañana subsiguiente de esta capital conduciendo desde su Ciudadela la persona del rebelde José María Morelos, a quien mandé fusilar por la espalda, como a traidor y
a las 3 de la tarde de hoy, a presencia de toda la sección de mi mando, y de la guarnición destacada en este punto.
A más de los auxilios cristianos que ya había hecho aún antes de notificarle la sentencia en la Ciudadela, tuvo por el camino los que le comunicó el Padre Capellán de la sección: y no obstante estos le proporcioné al cura de este pueblo, y su vicario, quienes lo asistieron desde 3 horas antes de su muerte”, con cuya operación parece que manifestó algunos sentimientos de arrepentimiento diversos de los que hasta entonces había demostrado.
A las cuatro de la propia tarde se le dio sepultura en la Parroquia de este Pueblo por su causa el Br. Dn. José Miguel Ayala como consta del Oficio que acompaño a V.E. junto con la respuesta que me dio de otro preventivo que le libré a mi llegada que fue a las once del día.
Dios guarde a V. E. muchos años. San Cristóbal. 22 de Diciembre de 1815
Exmo. Sr. Manuel de la Concha.
CERTIFICADO DEL SEPELIO DE MORELOS (Tomado de la misma fuente)
Queda sepultado en esta Parroquia de San Cristóbal Ecatepec, el cadáver de José María Morelos, que fue pasado por las armas en al Palacio de este Pueblo en virtud del oficio que V. S. se sirvió dirigirme en la mañana de este día.
Dios guarde a V. S. muchos años. San Cristóbal y Diciembre 22 de 1815 a las 4 de la tarde.
José Miguel de Ayala Sr. Coronel Manuel de la Concha.
En los párrafos anteriores citamos como referencia, una pequeña parte de lo que representa Ecatepec de Morelos en la historia de México, desafortunadamente, a pesar de los años transcurridos, las maravillas históricas y turísticas del lugar permanecen desconocidas para la mayoría de los nuevos habitantes ecatepequenses, que poco o nada saben del histórico e importante lugar donde radican.
En La Casa de la Cultura de Ecatepec de Morelos fueron sepultados los restos del generalísimo Morelos el mismo día de su ejecución (22-12-1815).
Ahora, algunos historiadores afirman que sus restos yacen - tentativamente-, en la Columna de la Independencia o bien en el Cementerio de Pere Lechaise de Paris, en la misma tumba de su hijo, el general Juan Nepomuceno Alponte, en ese tiempo Gran Chambelán de la Corte, aunque también existe la versión de que este, haya esparcido las cenizas del Prócer cundo cruzó el Atlántico rumbo a Europa.
La Posteridad
El hombre común termina con la muerte; el héroe y el genio se deslizan más allá y se perfilan sus virtudes y características en el horizonte, sin perderse en el tiempo. La posteridad guarda el recuerdo de los hechos “calientes• de quienes saben sobrevivir. De Morelos da cuenta todo el pueblo mexicano porque su corazón sigue latiendo con puntual isocronismo al compás de la patria. Si la fama póstuma es merecida, falta, aún en verdad, apreciar la grandeza del caudillo.
Conclusión
El 21 de diciembre de 1815,, a las 2 a.m., Morelos es trasladado de las cárceles secretas de la Inquisición, hasta la prisión de la Ciudadela en la ciudad de México, donde permanece bajo la custodia de Concha, y dos oficiales más, el mayor don José Mendivil y el capitán don Alejandro Arana, así como de 200 soldados del regimiento de Tlaxcala.
Se le colocan los acostumbrados grillos a los reos peligrosos, de los cuales se había desistido durante su estancia en la Inquisición. Inmediatamente es declarado hereje formal y penitenciado y entregado al brazo reglar “Solo V. E. le haga sufrir la pena de muerte y confiscación de todos sus bienes, mandando que sea fusilado por la espalda, “como a los tradores” y sea separada su cabeza y puesta en una jaula de hierro y . se coloque en la Plaza Mayor de esta capital, cuya mano derecha, se remite también a Oaxaca”. En ningún momento fue mutilado.
Hasta aquí, el último capítulo en la historia don José María Teclo Morelos y Pavón, “El Siervo de la Nación”, cuyo seudónimo, él mismo se adjudicó para escribir el impotante documento “Sentimientos de la Nación”.
Para mí, la historia no es más que un trozo de papel cubierto de tinta manuscrita o con una máquina de escribir mecánica; lo importante es hacer historia, no escribirla. Ahora, aún en nuestros días, lo único que se puede citar es que no se sabe dónde quedó el cadáver del héroe independentista y sus despojos estarán para siempre perdidos en la historia, empero, México espera confiado el cabal cumplimiento de los postulados proféticos. del “GUIA REAL Y ESPIRITUAL DE LA INDEPENDENCIA NACIONAL”, plasmados en su libro “Sentientos de la Nación”.


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