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miércoles, 18 de noviembre de 2015

Seguridad nacional: inversión en el presente para proteger el futuro


Ana María Salazar


Un tema que he escrito con frecuencia en este espacio es sobre el liderazgo en crisis y la necesidad de todo Estado democrático de anticipar amenazas a la seguridad nacional teniendo el marco jurídico adecuado.

Y es por eso que hay mucho que aprender en México de la reacción del gobierno de Francia ante los atentados terroristas que ha enfrentado este país.

Perdonen que repita material que he escrito con anterioridad y que he compartido con mis estudiantes en los talleres de seguridad nacional, pero la necesidad de legislar en el este ámbito es algo que hemos subrayado los expertos desde hace una década.

Empecemos con lo básico y perdonen la cátedra: la solución a los problemas en el ámbito de seguridad nacional debe entenderse como una situación excepcional y no como la forma común de actuar. Cuando se presenta un problema en la estrategia de seguridad nacional de un país se generan costos para la sociedad porque implica que el Estado tendrá que disponer de recursos y esfuerzos extraordinarios, que dejarán de estar disponibles para otras áreas importantes.

En el caso mexicano se insistía que eran una amenaza a la seguridad nacional las peligrosas y violentas organizaciones criminales que ejercen control territorial sobre regiones del país, justificando así la participación de las Fuerzas Armadas en esta estrategia.

Pero el paraguas jurídico y constitucional actual exige que se maneje como un problema en el ámbito de seguridad pública, poniendo a las mismas Fuerzas Armadas en un jaque jurídico.

Regresando a los conceptos básicos, cuando un problema se aborda como parte de las estrategias de seguridad nacional, significa que es tal la amenaza que el Estado está dispuesto a utilizar los mecanismos excepcionales pertinentes para una solución efectiva: usar al Ejército para funciones que tradicionalmente deberían ejercer los funcionarios civiles, violar derechos de privacidad de las personas interceptando sus comunicaciones o incluso llevar a cabo detenciones sin una orden judicial, ordenar toque de queda, controlar el libre paso de las personas dentro del país, expulsar a extranjeros sin un proceso previo, congelar cuentas de bancos, expropiar compañías o recursos, y en el caso de Francia, incluye quitarle la ciudadanía a aquellos franceses que estuvieran involucrados con organizaciones terroristas. Además se requiere asignar recursos económicos que, en otras circunstancias, se utilizarían en la educación o en la salud, por citar dos de las prioridades.

Y aunque parecería obvio, hay que subrayar que toda estrategia de seguridad nacional debe tener un componente que necesariamente busque anticipar futuras amenazas y conflictos. O por lo menos tener mecanismos y procedimientos que le permitan al presidente y a su gabinete de Seguridad enfrentar la crisis y pedir las medidas de excepción en forma urgente.

Regresando a las clases sobre seguridad nacional: muchos de los componentes de las estrategias de un país son una inversión en el presente para prevenir futuros daños al Estado o a la sociedad. Por ello, la estrategia de seguridad es como un “seguro” para la sociedad. Un seguro que establece el procedimiento a seguir en caso de un desastre (natural o no) busca detener conflictos por erosiones del medio ambiente o detener al crimen organizado antes de que estos grupos se apoderen de la clase política; también cómo comportarse ante atentados terroristas, masacres y magnicidios.

Para concluir la “cátedra” en este espacio, y repitiendo lo que he escrito sobre esto a través de los años: la pregunta fundamental que tiene que hacer el Estado es cuánto se necesita invertir en este “seguro”, entendiendo que en un mundo limitado de recursos esto implicaría que otros problemas del país se relegarían a un segundo plano.

¿Qué necesita el Estado para prevenir los problemas sin sacrificar el presente? Se reconoce que resolver problemas en el ámbito de la seguridad nacional genera un costo para la sociedad. Pero es importante tomar en cuenta la proposición de que la seguridad nacional permite identificar prioridades a corto y largo plazos; que el pueblo acepte la existencia de una amenaza y el costo de enfrentarla, o la rechace; y establecer estrategias y cursos de acción inmediatos, a mediano y a largo plazos.

Twitter: @Amsalazar

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