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viernes, 21 de agosto de 2015

El enemigo de la libertad de expresión

Por Pablo Hiriart



Desde 2000 a la fecha han aumentado de manera alarmante las agresiones contra periodistas, incluso los asesinatos, pero comparar a México con dictaduras donde no hay libertad de expresión es un error producto de la ignorancia o la mala fe.

Con tal de patear el pesebre nacional, ganar prestigio y obtener un reconocimiento que no tienen por su trabajo periodístico, hay quienes difunden mentiras para poner a nuestro país a la altura de Afganistán.

Por otro lado, eso sí, defienden a la dictadura cubana y al despotismo de Maduro en Venezuela, donde queda un solo diario nacional libre.

Aquí en México se escribe lo que cada quien quiere, e incluso se tejen elucubraciones fantasiosas que no tienen consecuencia judicial alguna.

Es preferible que así sea, a vivir perseguido o simplemente no tener derecho a ejercer la libertad de expresión como en Cuba o en Venezuela.

En México, especialmente en los estados de la frontera, los medios y los periodistas viven bajo la amenaza del narcotráfico.

Hay que exigirle al gobierno mayor eficacia contra los narcotraficantes, que son los que atentan contra la tranquilidad y las libertades de la ciudadanía.

El enemigo de la libertad de expresión es el narco, no el Estado.

Confundir los roles es un ardid político interesado que encuentra eco en personas de prestigio, como son la mayoría de los firmantes de la carta que exige libertades en México.

Los periodistas no escapamos a una dinámica social envenenada por el narco.

Si alguien está en un bar compartiendo copas con el jefe y subjefe de plaza de Los Zetas, como ocurrió en Orizaba, está en riesgo de que lo maten por la calaña de sus compañeros de juerga, y no por ser periodista.

El gobernador de Veracruz se ha distinguido por su falta de sensibilidad y de rigor para abordar el tema de los periodistas asesinados en su estado y por su probada incompetencia, pero acusarlo del asesinato del fotógrafo Rubén Espinosa en el Distrito Federal es un facilismo perverso.

Donde hay narcotráfico hay riesgo de muerte. Espinosa estaba en el lugar equivocado con las compañías equivocadas en el multihomicidio de la colonia Narvarte.

Con todo respeto y afecto para mis colegas que han escrito sobre el derecho de cada quien a intoxicarse con lo que sea, el hecho es que juntarse con dealers, doparse con ellos y salir de fiesta con ellos, en México tiene un riesgo. Hay disputas por zonas, por territorios, por bandas, por cargamentos, por entregas no pagadas…

El enemigo es el narco, no el Estado.

Twitter: @PabloHiriart


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