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viernes, 24 de abril de 2015

TEMA LIBRE

* ¿Menores infractores o delincuentes?
* Necesario replantear la edad penal
* El crimen organizado los sigue coptando
Por I. León Montesinos

Lo que ocurre con mayor frecuencia en la zona metropolitana del Valle de México donde habitan 20 millones de habitantes parece haber quedado al margen de los legisladores que recientemente aprobaron reformas para estandarizar la edad penal en el país y el tiempo de reclusión para sancionar a los menores de edad que participan de manera creciente en delitos como el secuestro, el robo a mano armada y el homicidio.

Lo digo con una profunda preocupación por lo ocurrido hace una semana a un querido amigo y su esposa quienes fueron asaltados con lujo de violencia por un trío de mozalbetes de entre doce y catorce años, en las cercanías de un centro comercial; mismos que lejos de portar el consabido cuchillo o la navaja, llevaban consigo armas de fuego calibres .38 y .45.

De hecho, y como me lo confesó en su lecho de convalecencia mi aterrado conocido, pensó que las armas eran de juguete portadas por niños creyéndose los ladrones, pero no era así pues incluso uno de ellos portaba un radio por el que se comunicaba con el resto de sus cómplices. Pensando que podría dominarlos, mi amigo cometió el error de intentar desarmarlos pero uno de ellos, según su propia esposa, sin temor alguno, accionó su arma. Para su fortuna, la presencia de una patrulla ahuyentó a los agresores que no pudieron hacer otra detonación que hubiera sido mortal. La bala calibre .45, interesó una parte del antebrazo sin causar mayor daño que una dolorosa de lesión, atendida en una sala de emergencias.

La esposa de mi amigo, ya había sido despojada de reloj, joyas y bolso. Y como es de esperarse, a pesar de los esfuerzos de los elementos policiales, los pequeños gangsters huyeron, y andarán por ahí a la caza de más víctimas quienes seguramente confiados en su aspecto de niños, serán sorprendidos como el matrimonio que enfrentó tal pesadilla y que estuvo a punto de ser masacrada, por el rumbo de Iztapalapa.

La Cámara de Diputados aprobó hace unas semanas, por unanimidad en lo general y en lo particular, por 398 votos, la minuta del Senado que reforma la Constitución, a fin de que la federación y los estados establezcan un sistema integral de justicia para adolescentes, buscando salvaguardar sus derechos humanos y procesales.

De acuerdo a lo votado en el Congreso las personas menores de 12 años, a quienes se atribuya que han cometido o participado en un hecho que la ley señale como delito, sólo podrán ser sujetos de asistencia social. El internamiento se utilizará sólo como medida extrema y por el tiempo más breve que proceda, y podrá aplicarse únicamente a los adolescentes mayores de 14 años de edad, por la comisión o participación en un hecho que la ley señale como delito.

De acuerdo a datos de organismos sociales, se estima que actualmente por lo menos 30 mil menores cooperan con la delincuencia organizada en México, donde el crimen recurre con más frecuencia a pandillas de jóvenes en situación vulnerable para reclutar narcomenudistas o sicarios.

¿Es correcta la lectura que diputados y senadores dieron en la nueva ley que regirá las sanciones a los menores infractores? ¿Son acaso realmente menores infractores o auténticos delincuentes? ¿Se debe castigar con el mismo rigor a un menor que roba un pan o una naranja por hambre al que contribuye a asaltar, secuestrar o asesinar a sus semejantes? ¿Quiénes los dotan de armas y los capacitan a sabiendas de que serán liberados en un corto plazo o enfrentarán penas menores, amparados en su minoría de edad?

Un estudio realizado en 2012 en la Universidad de Guadalajara, bajo el título: “Los Menores de Edad en la Delincuencia Organizada”, expone a detalle que el clima de inseguridad que se presenta en México, ocasionado por la lucha y control de las drogas de los últimos años ha sido factor detonante para que los cárteles que operan en México, vean en los menores de edad mano de obra rápida de explotar para sus beneficios en actividades ilícitas.

Los investigadores de la U de G, establecieron que es un hecho que el número de adolescentes víctimas del crimen organizado ha aumentado en relación a los índices de violencia en el país, de acuerdo con cifras de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), la cantidad de niños explotados por el narcotráfico asciende a más de 27 mil y el número de víctimas colaterales es indeterminado.

Y aunque no se tiene la plena certeza, sobre el número de niños involucrados en actividades delictivas del crimen organizado, pues las autoridades no se han preocupado en elaborar estadísticas con cifras oficiales, se hablan de aproximadamente 30,000 niños y niñas que cooperan con los grupos criminales de varias formas y están involucrados en la comisión de 22 delitos diferentes, del fuero común y federal.

Este fenómeno tiene lugar en todo el territorio mexicano, pero la frecuencia es mayor en las áreas más pobres y marginadas, donde las armas, la violencia y las drogas son parte de la delincuencia organizada, que en un momento dado es la única opción que tienen los menores para satisfacer sus necesidades.

No podemos ignorar que el narcotráfico ha transformado la identidad cultural de muchos menores, insertando sus propias pautas y tendencias delictivas, como el poder económico, la híper valoración de la agresividad, la proclividad a la violencia, auto justificación del recurso a la justicia privada y el empleo de toda forma de criminalidad que sea útil para generar ingresos del narcotráfico. Esto se expresa y refuerza con la mentalidad, actitudes y patrones de comportamiento que se generan al querer ser líder de un grupo criminal, al exaltar los actos de los narcotraficantes y en querer imitarlos.

En este espacio he señalado de manera reiterada que existe una creciente cultura del narco que engendra en millones de niños y adolescentes la semilla ideológica del narcotráfico y la carrera delictiva como los parámetros para acceder de forma fácil y rápida a un status de riqueza.

Los expertos de la U de G, han determinado que el panorama de los menores involucrados en el crimen organizado en México es ya alarmante, por lo que hay que distinguir entre las pandillas locales y las transnacionales, que están más organizadas y colaboran con las organizaciones delictivas más importantes.

Los niños en esta situación se limitan al narco-menudeo y la protección de actividades realizadas por el crimen organizado, tomando el ejemplo de la pandilla de la “Mara Salvatrucha” que opera junto con Los Zetas, y en la cual están involucrados aproximadamente 35,000 niños, niñas y jóvenes, otro ejemplo es la M18 que trabaja con el cartel de Sinaloa y tiene alrededor de 8,000 integrantes entre niños, niñas y jóvenes.

Una vez que el menor está involucrado en la delincuencia organizada es utilizado como vigía o informante (halcón), más adelante se dedican al traslado de la droga y cuidan casas de seguridad vigilando que nadie escape, a partir de los 16 años sus actividades son más violentas, ejerciendo el secuestro, el homicidio y la portación de arma, siendo contratados como sicarios, las niñas que se involucran en estas actividades, se emplean en el empaquetamiento de la droga y a actividades menos violentas, pero relacionadas con la delincuencia organizada.

Estudios como el elaborado por la Universidad de Guadalajara, demuestran que existe un verdadero proceso de crecimiento criminal, en el cual los niños comienzan con trabajos con un nivel de responsabilidad correspondiente a su edad, pasando a la comisión de delitos de mayor importancia y violencia.

Los medios del Estado de México, entre ellos, el Mexiquense, han difundido homicidios perpetrados por menores de edad con la peor de las sañas y sangre fría, producto de un alineamiento psicológico e ideológico como resultado de su reclutamiento como parte de la estructura del crimen organizado.

Quiero traer a colación lo ocurrido el 24 de octubre de 2010 en el estado de Morelos, cuando fueron detenidos por elementos del Ejército mexicano un grupo de adolescentes que presuntamente formaban parte de una célula de sicarios.

Las autoridades de aquella entidad manifestaron entonces que “La célula criminal” era dirigida por un niño de 12 años al que apodaban “El Ponchis”, y quien no aún no se había detenido, y sus dos hermanas conocidas como “Las Chabelas”. Posterior a la detención de los, que ya era conocidos como los “niños sicarios”, fue difundido a través de sitios en internet como “Youtube”, un video en el que se muestra el interrogatorio que se realiza a uno de los adolescentes detenidos, de nombre Cristian García Ramírez, alias “El Cris”.

Poco después, el 2 de Diciembre de 2010, se logró la detención del menor de nombre Edgar Jiménez Lugo alias “El Ponchis” junto con dos de sus hermanas, en el aeropuerto estatal de Morelos donde tenían previsto abordar un avión con destino a Tijuana Baja California, para después trasladarse a San Diego, Estados Unidos de donde es originaria y reside su madre.

“El Ponchis” aceptó pertenecer al Cártel del Pacífico Sur, célula liderada entonces por Héctor Beltrán Leyva, “El H”; así mismo, admitió ser el responsable de la muerte de cuatro personas que aparecieron degollados, desmembrados y colgados en un puente vial de la autopista Cuernavaca-México dos meses antes de su captura.

Ahora, los legisladores, como ya es su costumbre, dan la espalda a una cruente, pero cierto, realidad que nos muestra en creciente número de “Ponchis” en todo el país. ¿Hicieron lo correcto para arrancar de las garras del crimen organizado a estos pequeños, pero consumados, delincuentes? Siento en lo personal, que no. ¿Qué opina usted, amigo lector?

Nuestro correo electrónico: garrasleo6@yahoo.com.mx

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