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martes, 20 de enero de 2015

Generosidad y humildad

Estado de México.- Aun en los momentos más conflictivos de la humanidad, por ejemplo en las guerras mundiales, encontramos anécdotas sobre la pausa que construyen los adversarios durante estas fechas para generar un momento de paz, e incluso estrecharse la mano.

Estos días deben ser motivo para reencontrar la esencia de los valores de la convivencia humana y no sólo ver y privilegiar el aspecto material o mercantilista de comprar para regalar. Necesitamos recuperar los valores de la amistad, solidaridad, confianza, apoyo mutuo, entre otros, derivado del cariño y afecto de nuestros familiares, seres queridos, vecinos o incluso con relación a quienes no conocemos, sino simplemente por nuestra propia naturaleza humana.

A pesar de los cientos o miles de tragedias que padecemos o de las que somos testigos, afortunadamente aún tenemos millones de experiencias de generosidad, respeto, solidaridad, humildad en muchas de las comunidades de nuestro país.

En este mismo sentido, constantemente recibimos noticias de hechos de barbarie que mueven los límites de la indignación y capacidad de movilización; al respecto no debiéramos perder esa capacidad de asombro, pero sobre todo dejar de reaccionar frente a tales acontecimientos y, además de demandar construir un mundo mejor, desde nuestros propios ámbitos de convivencia, con nuestros hijos, familiares, vecinos y con la gente con la que convivimos y tratamos, puesto que si nosotros mismos no ponemos de nuestra parte, difícilmente lograremos cambiar ni siquiera nuestro propio entorno social.

En nuestro país encontramos tradiciones que aún se niegan a perderse en el olvido. Tradiciones como las posadas que se realizan en algunas colonias de nuestras ciudades que reflejan la generosidad para compartir con vecinos, incluso sin conocerlos, un momento de alegría y de convivio. De la misma manera en que se llevan a cabo las reuniones familiares y de amistades para convivir y festejar, siguiendo el mismo ejemplo de esta temporada, 2014 que está por concluir y el inicio de 2015.

Si bien es cierto que padecemos los estragos de una corrupción que permite una criminalidad violenta, y que continúa socavando con nuevos bríos los valores de la incipiente democracia que pretendíamos construir, también es cierto que aún anida en la mayoría de los mexicanos el deseo mantener y alimentar la esperanza de superar estas crisis que vivimos para que nuestros hijos y las generaciones que nos siguen puedan tener un país y un mundo mejor.

Tengo la esperanza que los dirigentes de todos los órdenes de gobierno, de los partidos políticos, de las principales organizaciones sociales, se den cuenta de que si continuamos por el camino de la avaricia y del egoísmo por el que nos llevan, cada día perderemos los valores más esenciales de la convivencia humana, y avanzaremos cada vez más hacia una sociedad guiada por la desconfianza, la violencia, la individualidad y la brutalidad.

La pretensión de mantener los privilegios, por mínimos que sean, a costa del bienestar general está logrando que en breve tiempo se derrumben instituciones que fueron construidas a lo largo de nuestra historia, a pesar de la solidez con la que surgieron.

Estoy consciente de la ingenuidad, por decir lo menos, con lo que se podría calificar mi planteamiento, pero estimo que esta temporada es de sueños y deseos para alcanzar la alegría, paz y bienestar en nuestros hogares.

Hago votos porque se recupere la generosidad y la humildad de los seres humanos que pueden transformar el mundo, al menos, el de sus corazones y el de sus hogares.

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