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miércoles, 22 de octubre de 2014

Los riesgos de no haber encontrado a los desaparecidos

Me uno a las múltiples voces públicas y privadas que les parece increíble que el Estado mexicano, con la fuerza de todas sus instituciones, no haya encontrado a los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre.

Una de dos: o efectivamente no los han hallado o ya aparecieron, pero no han querido dar a conocer la verdad. Independientemente de cuál sea, los gobiernos, sobre todo el federal, están haciendo el ridículo. ¿Estos son los que van a implementar complejísimas reformas estructurales y grandiosos proyectos de infraestructura? ¿Los mismos que 25 días después no han podido encontrar a un grupo de estudiantes secuestrados por una multitud de policías municipales y criminales? ¿No han hallado alguna pista con todas las huellas existentes?

Yo lo que más espero, desde luego, es que encuentren a los muchachos sanos y salvos. Ese sería el mejor escenario para todos. De acuerdo a una nota de Arturo Cano publicada ayer en La Jornada, dos “estudiantes de Ayotzinapa” piensan que el Estado, con todos sus cuerpos de inteligencia y seguridad, “ya saben dónde están, y si están vivos o muertos, pero no saben cómo darlo a conocer”.

Esa sería una primera hipótesis de por qué no sabemos el paradero de los normalistas. Que la historia sea tan terrible que el gobierno está preparándose para darla minimizando el posible impacto mediático y, sobre todo, la irritación social. Y es que un mal manejo de la noticia puede desencadenar movilizaciones multitudinarias en varios puntos de la República con la participación activa de un grupo que siempre le ha complicado la vida a los gobiernos priistas, los universitarios, su talón de Aquiles histórico.

Quizá, en este sentido, el gobierno ya sepa dónde están los estudiantes. Que no lo esté dando a conocer porque está esperando a hacerlo junto con el anuncio de la detención de los sospechosos de haberlos secuestrado y, quizá, asesinado. Esto, en definitiva, minimizaría el enojo social.

El problema es que, entre más tiempo pasa, más crece la sospecha de ineptitud por parte de un gobierno que prometió eficacia para resolver los problemas del país. Como diceJulio Hernández López, no los encuentran a pesar de que “más de mil agentes federales, peritos forenses, agentes del Ministerio Público, buzos, Policía Montada, personal especializado en inteligencia y espionaje, funcionarios de primer nivel” están involucrados en la búsqueda. El columnista de La Jornada concluye que “de seguir así, la administración peñista podría ganar arrolladoramente algún premio a la increíble ineficacia política y judicial”.

Los propios padres de los desaparecidos ya se quejan de eso. Uno de ellos afirma que el gobierno detiene millones de delincuentes, pero “no soluciona nada”. Efectivamente: entre más tiempo pasa, más crece la versión de un gobierno incapaz de resolver un caso donde presumiblemente hay muchas huellas.
Y también crece la sospecha, sobre todo entre los familiares de los desaparecidos, de que el gobierno en realidad está encubriendo lo ocurrido. De acuerdo a Arturo Cano de La Jornada, uno de los padres dijo: “El gobierno encubre, saben quiénes son los que los tienen. Y los otros ahí están, cruzados de brazos, burlándose de nosotros”. La conclusión, en sus palabras, es que “gobierno y narcotraficantes vienen siendo lo mismo’’.

No olvidemos que las víctimas de toda esta macabra historia, después de los jóvenes desaparecidos, son los familiares que, entre más tiempo pasa, más desesperados están. Cuenta Cano que “están agotados. La mayoría no quiere ya ni hablar con los medios de comunicación. Participan en algún taller que les ofrece la ONG Fundar, rezan, pasan horas bajo la cancha techada, que es el centro de reuniones en la normal, el lugar donde comen, reciben informes, oran y, sobre todo, esperan”. No me quiero ni imaginar el horror de una espera como ésa.

Un último riesgo de que siga pasando tiempo sin novedades es el incremento en las especulaciones. Los vacíos de información objetiva siempre se llenan, sobre todo de chismes y rumores. Tanto en público, pero sobre todo en privado, han surgido todo tipo de historias peregrinas de lo ocurrido. Que si están aquí, que si están allá, que si los quemaron, que si los secuestraron, que si… Un rosario de versiones que lo único que denota es la gran incertidumbre que existe. Porque hoy, a 25 días de haber desaparecido los 43 normalistas, lo único que sabemos es que siguen desaparecidos.

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