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martes, 24 de septiembre de 2013

“Ingrid” y “Manuel”: En busca de un responsable

México.- A través de los años, en México hemos aprendido que cuando observamos tragedia, dolor y devastación por algo que se pudo prevenir, se aplica un dicho: “Después de ahogado el niño, quieren tapar el pozo”. La frase se refiere a un clásico: que la prevención no es lo nuestro.

Como se comentó la semana pasada en distintos espacios periodísticos nacionales y extranjeros, el paso del huracán “Ingrid” y la tormenta tropical “Manuel” por 24 estados del país no sólo destapó la corrupción del pasado (desde mala calidad de los materiales utilizados en la construcción de la Autopista México-Acapulco hasta la venta de terrenos en lugares de riesgo) sino también algo que es un realidad: el país aún no aprende las lecciones del pasado.

La normalidad tardará quizás años en llegar a las miles de comunidades que fueron azotadas salvajemente por el meteoro, pero el gobierno federal ya está salvando de culpas: el vocero del Gabinete de Seguridad de la Secretaría de Gobernación, Eduardo Sánchez, respondió a los primeros reclamos de una posible negligencia con un “rechazamos categóricamente esta observación”.

Dijo que “el actuar de las autoridades de Protección Civil –que depende justamente de Gobernación– se ajustó estrictamente a los protocolos de actuación que rigen este tipo de actividades”.

A la hora de preguntarse qué fue lo que pasó, salieron a la luz varios detalles denunciados por legisladores de oposición. La Senadora Iris Vianey Mendoza Mendoza reveló, por ejemplo, que apenas el 13 de septiembre, dos días antes de que los meteoros tocaran tierra, se realizó la primera reunión de trabajo entre el Sistema Nacional de Protección Civil, la Comisión Nacional del Agua y las demás dependencias involucradas, sin que se generara una mesa permanente de coordinación ni se emitieran alertas a la población sobre los riesgos.

Fue hasta el 15 de septiembre, a las 16:00 horas, en una segunda reunión, cuando se determinó instalar el Comité Nacional de Emergencias, cuando el desastre ya había ocurrido. Ese mismo día aún no había reportes de evacuación en poblaciones afectadas.

En esta repartición de culpas aparece el nombre de Luis Felipe Puente Espinoza, el Coordinador de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, un egresado de la carrera de Administración de Empresas Turísticas y ex Alcalde Atizapán de Zaragoza.

También se ha desempeñado como Secretario de Transporte del Estado de México, subsecretario General de Gobierno en la misma entidad, asesor del Procurador General de Justicia mexiquense y Director de Turismo. Sin embargo, en su trayectoria no aparece nada que destaque su conocimiento en materia de protección civil. Desde el 14 de septiembre, Puente se dedicó a publicar en Twitter información, en 140 caracteres, sobre la proximidad de “Ingrid” y “Manuel”, su trayectoria y la necesidad de cancelar actividades “de playa” en los estados que reportaban lluvias torrenciales, pero de la información, no pasó a la acción.

Igualmente, la Comisión Nacional del Agua, envió al menos cinco boletines advirtiendo del riesgo, antes de que se reportaran daños en las primeras comunidades, pero nadie tomó una decisión. La inacción del Gobierno federal y los 110 muertos –saldo oficial hasta ahora- no han pasado desapercibidos. El fin de semana diarios extranjeros dieron cuenta de la “negligencia” en la que incurrieron los tres niveles de gobierno ante la contingencia.

El diario español El País cuestionó en un amplio reportaje la emisión tardía de alertas meteorológicas, pues las autoridades pudieron haber tomando acciones mientras “Manuel” estuvo estacionado por varias horas en el estado de Guerrero.

Pero también deja entrever que los gobierno estatales tampoco reaccionaron una vez que se emitieron las alertas y prueba de ello son casos como el de La Pintada, en Guerrero, donde un alud de tierra sepultó a 68 personas que se encontraban disfrutando los festejos patrios en medio de la lluvia. De esto sabe Ángel Aguirre Rivero, Gobernador de Guerrero, el estado más dañado, quien curiosamente era mandatario estatal en 1997, cuando el huracán “Paulina” tocó tierras guerrerenses, y al igual que sucedió con “Manuel” el meteoro fue anunciado con oportunidad por instancias federales.

Inclusive noticieros de cobertura nacional advertían de la eminente llegada del huracán a tierras mexicanas, pero a nivel local no hubo mayor información. El rotativo estadounidense The New York Times simple y sencillamente consignó que los funcionarios mexicanos no han aprendido aún las lecciones de catástrofes anteriores causadas por mala planeación y actos de corrupción.

Sí, muchas de las miles de viviendas que sufrieron daños estaban asentadas en terrenos no aptos para la construcción y en los que por alguna razón, queremos pensar, desconocida, se permitieron edificaciones.

Las lecciones que dejaron “Ingrid” y “Manuel” son muchas y un gobierno que tiene apenas 10 meses puede tomar nota de ellos para tomar acciones en los más de cinco años que le quedan de administración. A la distancia, sólo se puede decir que esto es lo que los ciclones nos dejaron.

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