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jueves, 25 de octubre de 2012

Infertilidad divide a la pareja

Vivir en pareja y después tener hijos es un binomio natural para la gran mayoría de hombres y mujeres. Esta “naturalidad” se altera cuando después de varios meses de intentarlo, no se logra el embarazo.

Ese puede ser el inicio de una serie de emociones que, de no manejarlas adecuadamente en terapia de pareja, dificultarán aún más la concepción, aseguran expertos en infertilidad.

Enfrentarse a esta situación puede ser un arma de doble filo para la pareja. Si hay “una visión compartida del problema y una adecuada comunicación”, puede afrontar la infertilidad de manera más saludable e incluso salir fortalecida de la misma, al margen de la conclusión del caso.

Pero en otras, la infertilidad “supone un problema de tal intensidad que pone en juego su propia relación de pareja”, aseguran los autores de “Terapia de Pareja en Infertilidad”, artículo de la revista Papeles del Psicólogo, editada por la Universidad de Salamanca, España.

Isabel Gutiérrez Salinas, psicoterapeuta del Instituto Ingenes, que provee tratamientos de reproducción asistida (TRA), explica que el estado emocional de la pareja “empieza a deteriorarse ante la incertidumbre de si llegará o no el embarazo, la culpa por no lograrlo genera estrés y ansiedad, incluso antes de decidir pedir ayuda médica”.

¿Para qué?

“Ante el problema de infertilidad, la pregunta número uno (en terapia) debe ser ‘¿por qué quieren tener un bebé?’”, sugiere Gutiérrez Salinas.

Dejar claro que la maternidad o paternidad no es el “sentido de vida” y que tanto uno como el otro tienen más cosas valiosas: amigos, familia, trabajo, la propia pareja, ayuda a minimizar el estrés.

Si los motivos para embarazarse son “porque mis amigas ya tienen hijos”, “porque así me lo dicta la sociedad”, o “porque ya tengo edad”, la psicóloga sugiere hacer una revisión más profunda sobre el proyecto de vida antes de decidir someterse a un TRA.

De decidir buscar ayuda médica, la pareja debe estar consciente de cómo será el proceso y qué emociones les puede desatar cada una de las etapas, pues si ésta no funciona varias veces, la pregunta en algún momento será: “¿en qué momento tengo que parar?”, indica Gutiérrez Salinas.

“Los procedimientos diagnósticos y los TRA suelen representar una fuente de estrés adicional para la mayoría de las parejas. Pese a ello, la posibilidad de concebir un hijo supone una motivación suficientemente potente como para enfrentarse a posibles desgastes físicos, psicológicos, de relación de pareja, económicos, sociales o familiares”, escriben los psicólogos españoles.

Erotismo fracturado

La terapia de pareja también puede apoyarlos en la revisión de cómo viven el erotismo y cómo se ve afectado por las indicaciones médicas.

“La infertilidad produce un descenso del deseo sexual, problemas de eyaculación, dificultades para conseguir el orgasmo e insatisfacción sexual en general”, agregan los psicólogos de la Universidad de Salamanca.

“La sexualidad pierde el componente de la pasión, por ejemplo si ella está enojada y tiene como indicación médica tener relaciones sexuales ese día, el sexo se convierte en algo que ‘tengo que hacer’, y no ‘que quiero hacer’”, comenta la psicóloga de Ingenes.

No dar nada por hecho

Hablar siempre con confianza sobre lo que se va sintiendo puede ser el mejor bálsamo contra el estrés de la pareja.

“Es frecuente encontrar a parejas con problemas de comunicación que se han originado porque uno de los cónyuges (generalmente el marido), con la intención de proteger a su esposa y no generarle un mayor sufrimiento, no expresa sus emociones y las reprime ante la pareja.

“Como consecuencia, la esposa experimenta desatención que acaba provocándole resentimientos hacia el cónyuge”, refiere el artículo Terapia de Pareja...

Si la pareja no tiene la comunicación como hábito, la vivencia de la infertilidad puede verse como oportunidad para aprenderlo y no dejar que los “yo pensaba que tu...” determinen sus sentimientos, pues incluso el éxito del TRA puede no ser el final de una historia feliz, advierte Gutiérrez Salinas.

Al llegar el o la bebé, mamá o papá pueden volcarse totalmente en atender al recién nacido y dejar de lado a la pareja, o permanecer en constante estrés por la salud del pequeño. Por eso, aún en esta etapa, el acompañamiento de la terapia de pareja puede hacer la diferencia.

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